La apuesta estratégica por la universidad

La mayoría de los partidos esquivan en sus programas electorales propuestas en materia de universidades. Los políticos deben apostar por la universidad porque, como se ha podido comprobar en los últimos tiempos, un país con un buen sistema universitario s

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XAVIER GIL MUR. Rector de la UIC

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Como cada vez que hay contienda electoral, los programas de la mayoría de los partidos políticos no presentan propuestas en materia de universidades. Si las hay, son muy escasas y en general con falta de concreción. Los temas de gobierno, políticas de profesorado, financiación, ayuda a la investigación y a la transferencia de conocimiento, racionalización de los mapas de grado y másteres entre otros aspectos, no son abordados en los documentos que presentan las diferentes candidaturas.

Los políticos deben considerar que la universidad es un motor principal de progreso con la formación de nuevos profesionales, la generación de nuevo conocimiento mediante la investigación rigurosa, y su transferencia a la sociedad. Un país con un buen sistema universitario supera antes y mejor las situaciones de crisis gracias al conocimiento y la innovación, como se ha podido comprobar en estos últimos años.

Las universidades estamos obligadas a impartir una docencia de calidad ajustando los planes de estudios a las necesidades del entorno socio-económico y procurando la exitosa inserción laboral de nuestros estudiantes. Por esta razón, las universidades hemos de estar en contacto con profesionales, instituciones y empresas para estar al día de las necesidades de la sociedad. No podemos vivir ajenas a la realidad que nos envuelve.

El segundo pilar es la investigación, como búsqueda de nuevo conocimiento que debe alimentar a la docencia que se imparte a los estudiantes. Hemos de procurar que nuestros alumnos estén en la frontera del conocimiento. Además, la investigación es la base de la innovación. Debe ser transferida en forma de patentes o con la creación de empresas que llevarán a un mayor número de puestos de trabajo y al crecimiento de la riqueza.  Además de la docencia, que es la actividad primordial de la universidad, la investigación y su trasferencia, la universidad debe velar para que la formación de sus graduados contenga materias transversales que favorezcan la capacidad de emprender, saber presentar en público, liderazgo, trabajar en equipo, etc.

El sistema universitario catalán destaca en estos aspectos y es un ejemplo a seguir por los buenos resultados conseguidos. Los rankings así lo muestran en las públicas, donde entre las cinco mejores universidades públicas españolas tres de ellas son catalanas. Y también en las privadas donde, de entre las tres primeras, dos son catalanas. Estos rankings están basados en aspectos académicos y de producción científica. Si estos valores fueran divididos por la financiación recibida, estaríamos entre las mejores de Europa.

Uno de los secretos de este éxito es la estabilidad de la política universitaria y de investigación en Catalunya. Este plan ideado por el conseller Andreu Mas-Collell hace muchos años, fue asumido por los diferentes gobiernos de la Generalitat. Esta estabilidad y confianza ha mantenido los niveles académicos a pesar de los duros años de crisis económica y de recortes.  Asimismo, la universidad ha sido generosa cediendo excelentes investigadores a centros de investigación específicos en aquellos ámbitos estratégicos para el desarrollo de Catalunya.

Otro aspecto que se debe valorar como muy positivo es que no hay una separación entre universidades públicas y privadas sino que el sistema universitario catalán es único y debemos competir en iguales condiciones en las diferentes convocatorias. Competir no está en contradicción con colaborar y en nuestro sistema es muy frecuente que haya grados o másteres interuniversitarios o consorcios en proyectos o grupos de investigación en los que se complementan conocimientos de diferentes áreas.

A nivel estatal, esta estabilidad de política universitaria en temas de innovación e industria no se ha producido. Los sucesivos gobiernos han tenido diferentes políticas sobre el papel de la universidad. Unos gobiernos han potenciado la creación de centros tecnológicos temáticos, otros la agrupación en grandes centros, otros han querido que las universidades estrechen las relaciones con estos centros y otros han desconfiado de ellas.

Esta falta de política a largo plazo ha llevado a que, teniendo un nivel investigador en Catalunya de referencia internacional, no se ha aprovechado como se debería en la transferencia a nuestras industrias. Mucho de este conocimiento se ha ido a países como Alemania, Francia, Inglaterra…. A veces, desanima ver que la inversión de nuestro país en investigación repercute en beneficio de otros y muchos de nuestros cerebros marchan a lugares en los que son mejor acogidos. En ocasiones ante este argumento, se comenta que luego estos investigadores vuelven con más conocimiento y madurez profesional pero el retorno es muy bajo.

La misión de la universidad no es solamente formar a profesionales competentes y bien preparados para cubrir la demanda laboral o la investigación para el avance del conocimiento. Hemos de formar hombres y mujeres íntegros con espíritu de servicio a la sociedad, comprometidos con el bien común, con espíritu de tolerancia y honestidad, respeto a la libertad personal y con capacidad para que contribuyan a la solución de los grandes problemas de la humanidad. Estos valores son más actuales y necesarios que nunca para hacer frente a la corrupción, el abuso de poder, la falta de respeto a la persona y a su libertad,… y son la clave para la regeneración de la sociedad.