2017: viviremos peligrosamente

Enric
HERNÀNDEZ

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Más allá de la propaganda gubernamental, lo cierto es que la recuperación económica de España se fundamenta en pilares menos sólidos de lo pregonado. Algunos de ellos, exógenos, pueden fácilmente tambalearse en los próximos meses. Otros, de carácter endógeno, ya han empezado a hacerlo. Los mejores economistas se citan hoy en el suplemento +Valor para analizar, con sus luces y sus sombras, las perspectivas del 2017, un año en el que, con toda seguridad, volveremos a vivir peligrosamente.

El insoportable peso de la deuda pública española sigue siendo, todavía hoy, motivo de honda preocupación. Un pasivo de 1,1 billones de euros, equivalente al 101% del producto interior bruto (PIB), no solo constituye una losa para las arcas públicas; también una ruleta rusa en caso de que, como anticipa el mercado, el precio del dinero tienda al alza. Aunque Mario Draghi insista en que el BCE mantendrá a lo largo del 2017 las políticas de estímulo (el copioso 'quantitative easing'), el tsunami de la subida de los tipos de interés en EEUU no tardará en cruzar el Atlántico. Con su voluminoso endeudamiento, que ni merced a la mejoría económica ha logrado atajar, España será el país más damnificado cuando el dinero vuelva a encarecerse. El previsible incremento de los intereses de la deuda alejará aún más al Reino de España de los objetivos de reducción del déficit fijados por sus creditores e impondrá, antes o después, nuevas medidas de ajuste, bien sea en el capítulo de ingresos (más presión fiscal) o en el de gastos (recortes sociales).

El otro regalo del destino al Gobierno de Mariano Rajoy, el abaratamiento del petróleo hasta los 30 dólares por barril, se bate rápidamente en retirada. Una inquietante amenaza, pues el encarecimiento de la factura energética no solo desequilibra la balanza comercial, sino que eleva los costes de producción y resta competitividad a nuestras exportaciones. Por fortuna, nada indica que el maná del turismo vaya a dejar de brotar, apuntalado como está por la inestabilidad política en la otra orilla del Mediterráneo.

Con el fin del ciclo electoral han expirado igualmente las dádivas fiscales del Ejecutivo, severamente observado por Bruselas, mientras el desempleo y la precarización laboral amenazan el futuro de las pensiones tras haber agotado la hucha. Sin viento de cola, la economía española deberá demostrar en el 2017 si está lista para afrontar nuevas adversidades y si las tan cacareadas reformas estructurales han surtido efecto o solo eran meros apaños.