El trasplante de útero ya ha permitido 4 nacimientos

Una de cada 4.000 mujeres en el mundo podría beneficiarse de la operación para llegar a ser madre

Los doctores Brännström (derecha), Díaz (centro) y Dahm, durante la primera operación de trasplante de útero, en Suecia, en el 2012.

Los doctores Brännström (derecha), Díaz (centro) y Dahm, durante la primera operación de trasplante de útero, en Suecia, en el 2012.

Carme
ESCALES

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En septiembre del pasado año nacía en Suecia el primer bebé del mundo engendrado en un útero implantado. Hoy ya son cuatro los nacidos así, y hay otro embarazo en el tercer trimestre. Además, el pasado septiembre, el Reino Unido autorizaba el primero de estos trasplantes, cuyo único objetivo es lograr la maternidad natural en mujeres que nacieron sin útero o a las que por alguna causa médica se les ha tenido que extirpar. El Reino Unido se unía así a Arabia Saudí, Turquía y Suecia, únicos países donde la ley permite el trasplante de útero.

Por qué nacen mujeres sin útero o con úteros incapaces de engendrar lo explican desarrollos defectuosos como los causados por el síndrome de Rokitansky. «Es una alteración del sistema reproductor que afecta aproximadamente a una de cada 4.000 mujeres en el mundo», precisa el doctor César Díaz, ginecólogo del Hospital de la Fe de Valencia. Díaz participó en Suecia del primer trasplante de útero que permitió el nacimiento del primer bebé de una mujer que había nacido sin útero a causa del síndrome de Rokitansky. «La imposibilidad de engendrar, además de por la ausencia de útero, se puede dar por malformaciones en este órgano o por su tamaño demasiado pequeño», añade Díaz.

PATOLOGÍAS/ Además del síndrome de Rokitansky, «ciertos miomas inoperables que condicionan abortos de repetición, hemorragias en el posparto, placentas enganchadas al útero o tumores de útero pueden acabar derivando en la extirpación de este órgano, precisa el ginecólogo del Hospital de la Fe.

Ante esa ausencia anatómica o funcional de útero, y cuando la paciente no quiere o no puede realizar una adopción, ni recurrir a una maternidad subrogada, pero tampoco desistir de sus deseos genésicos, el trasplante de útero es una solución.

SELECCIÓN DONANTE / Las donantes de útero tienen que estar sanas y tener dichos deseos genésicos cumplidos. «No deben haber tenido cirugías abdominales mayores previas, como las de tipo pélvico, cánceres ni grandes miomas, infecciones, papiloma, neoplasias [multiplicación o crecimiento anormal de células en un tejido del organismo], ni obesidad», informa el doctor César Díaz. «Tampoco deben sufrir patologías pulmonares ni cardiacas que pudieran comprometer el embarazo en el nuevo organismo e, igualmente, la funcionalidad del útero debe haber sido probada con gestaciones previas con recién nacidos sanos», precisa el ginecólogo.

En la operación de trasplante, se extrae el útero de la donante junto con una pequeña porción de la vagina y se empalma con la vagina de la receptora con los vasos del útero donado para reconectarlo. Intervienen unas 40 personas, por turnos. «Hay 11 cirujanos, anestesistas, personal de enfermería, celadores, auxiliares... Los equipos se combinan y en el momento del reimplante siempre hay alguien que ha intervenido en la extracción del órgano», precisa.

Solo un año después del trasplante, tiempo de precaución al haber más posibilidades de rechazo del órgano, se pueden transferir los embriones, pues todas las pacientes han hecho tratamientos de fecundación in vitro antes del trasplante. «No trasplantamos la trompa porque en investigación en animales se vio que estas quedaban inservibles, se obstruían, provocando un alto riesgo de gestación en la trompa en lugar de en el útero», aclara Díaz.

Una vez se da a luz, si la paciente no desea más embarazos, el útero implantado se extrae, para librarse de los efectos secundarios de los inmunosupresores que tratan de evitar el rechazo del órgano.