Personas en vías de inclusión conviven en un edificio
El número 2-4 de la calle de Sant Eloi acoge en sus 32 pisos a un total de 44 personas usuarias de alguna entidad de la Taula del Tercer Sector Social
Un total de 44 personas viven, desde el octubre pasado, en los 32 pisos del edificio de la calle de Sant Eloi, 2-4, en el barrio de la Marina de la Zona Franca de Barcelona. La peculiaridad es que todas ellas son usuarias de alguna entidad del Tercer Sector de Catalunya y comparten un pasado complicado. Algunas tuvieron problemas de salud mental, otras de adicciones y un tercer grupo vivía en la calle.
El edificio de Sant Eloi es un proyecto pionero en toda Catalunya y ha sido presentado hace poco por la Fundació Hàbitat3, una gestora de viviendas sociales de alquiler puesta a disposición de las entitades del Tercer Sector Social catalán.
«La Agència d'Habitatge de Catalunya cedió en el 2014 este edificio a Hàbitat3, después de llevar a cabo en él obras de rehabilitación», explica la presidenta de esta entidad, Carme Trilla. La razón de tales obras fue que, hasta ese año, el de Sant Eloi, 2-4 era un edificio polémico. En el 2007 la Generalitat lo destinó a la inserción de jóvenes, pero los pisos del inmueble que quedaron vacíos fueron ocupados ilegalmente por personas relacionadas con drogas y prostitución que causaron bastantes desperfectos.
Así que en esta ocasión, para evitar repetir errores anteriores, Hàbitat3 se encargó de que en cada piso (algunos de una sola persona, otros compartidos por dos) se estableciesen usuarios de la Taula del Tercer Sector en un plazo máximo de dos días. «Todas las personas que viven ahora en este edificio poseen un alto grado de autonomía y están preparadas para vivir solas —cuenta Trilla—. El edificio de Sant Eloi es un puente para la vivienda ordinaria. Algunos, de hecho, ya han encontrado trabajo durante estos meses».
La presidenta de la Fundació Hàbitat3 destaca su cáracter precursor, en toda Catalunya, al estar este inmueble de la Zona Franca íntegramente dedicado a dar cobijo a personas con alguna problemática social. Trilla también matiza que ha sido «muy bien acogido» por vecinos y asociaciones del barrio, que tenían «miedo» de que se produjera de nuevo lo del año 2007.
Otra de la paticularidad de este proyecto es que, pese a la independencia de las personas que participan en él, todas ellas cuentan con el seguimiento regular de algún trabajador social de la entidad a la que pertenecen.
Es el caso de Belén Vilches, de 49 años, que forma parte de la Associació Benestar i Desenvolupament (ABD). Tuvo problemas con las drogas en la década de los 90 y, aunque los superó en el 96, volvió a recaer en el 2010. Un año después, en 2011, comenzó a ser atendida por ABD. Aldana Menéndez es la trabajadora social de la entidad que hace el seguimiento de Belén. «Está preparada para realizar tareas normales. Ya ha hecho un recorrido terapéutico durante estos años. El habitar un piso de este edificio es el resultado de todo este proceso», asegura Aldana, quien destaca del proyecto el hecho de que «garantiza» el derecho a la vivienda. «Si a estas personas con algún tipo de problemática social no se les da soporte a través de la vivienda, no podrán alcanzar el resto de objetivos de sus vidas, como encontrar un trabajo o recuperar el vínculo con sus familias», explica esta trabajadora social. Para ella, poner en marcha este tipo de proyectos resulta «fundamental» para garantizar la inclusión social.
Belén, por su parte, dice estar «muy contenta e ilusionada» desde que vive en su piso unipersonal de la calle de Sant Eloi. Trabaja en el sector de la limpeza y posee una discapacidad del 65%, motivo por el cual recibe una prestación. «Es la primera vez que tengo un piso para mí sola —cuenta—. Antes había estado en pisos de acogida compartiendo».
En este sentido, Aldana Menéndez matiza la diferencia entre un piso de acogida al uso y un piso cualquiera de este edificio de la Zona Franca. «Las personas que viven en pisos de acogida requieren un seguimiento continuado y cada día trabajan con ellos profesionales como educadores o psicólogos —recalca—. Este es distinto. Belén vive sola y de manera autónoma. Estamos en contacto regularmente y nos vamos viendo una vez al mes».
Tanto Belén como Aldana destacan el sentimiento de «comunidad» que une a algunos de los vecinos del bloque de Sant Eloi pues se conocen de la asociación ABD, que tiene un total de 13 usuarios en el inmueble. Es, en palabras de Aldana, un «vínculo» importante para personas que proceden de entornos sociales complicados.
En el bloque de la calle de Sant Eloi, 2-4, de la Zona Franca, hay 32 viviendas de las cuales 27 tienen una habitación y 40 metros cuadrados, cuatro tienen dos habitaciones y 48 metros cuadrados y una, adaptada, tiene dos habitaciones y 54 metros cuadrados.
Aparte de ABD, las otras entidades que participan en este proyecto son AREP y JOIA (ambas de enfermedades mentales), la Fundació Salut i Comunitat, la entidad Prevenció, Assistència i Seguiment y la Fundació Mambré.
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