Madres e hijas que cuidan

Las mujeres llevan el 92% de los hogares monoparentales y son el 94% de las personas cuidadoras

UNIDAD FAMILIAR.  Ana Moral y su hija Aitana, de 14 años, suelen participar en las actividades promovidas por la Federació de Famílies Monoparentals de Catalunya.

UNIDAD FAMILIAR. Ana Moral y su hija Aitana, de 14 años, suelen participar en las actividades promovidas por la Federació de Famílies Monoparentals de Catalunya.

CARME ESCALES

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«Que sea niño, ojalá sea niño y nos traiga, así, a la nuera que cuidará de nosotros». Ese es el deseo que en el seno de muchas familias de China y la India el peso de la tradición sigue fomentando. El temor a engendrar a una hembra que pasa prácticamente a ser propiedad de su marido y la familia de este, al casarse, habla de una inhumana desigualdad de género, allí y, aquí, del por qué tantas niñas chinas pudieron ser adoptadas por quienes no pudieron o no quisieron concebir.

Pero entre aquel pasado, aún presente, sobre todo en el Asia más rural, y la actualidad en un lugar como Catalunya, la lacra cultural todavía se percibe en la mayoría de hogares en los que los roles marcados por el sexo siguen fomentando desigualdad económica y, para las mujeres, una mayor pobreza. Las tareas de limpiar y cuidar recaen mayoritariamente en las mujeres. «La figura de cuidadora es, en el 94% de los casos, una mujer», según datos del departamento de Benestar Social i Família. «Más de 20 años después de la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995, la pobreza sigue afectando principalmente a las mujeres, también en nuestro país», recuerdan desde la Taula d'Entitats del Tercer Sector.

A la vida de Ana Moral (Barcelona, 1969) la pobreza empezó a hacer mella con la llegada de su hija Aitana, que ahora tiene 14 años. Ella, con piso de propiedad y trabajo, al nacer la pequeña, pocos meses después de separarse del padre, tuvo que dejar de trabajar para cuidar de la niña. Con horarios limitados y sin cotizaciones plenas en su pasado laboral, los ingresos de Moral disminuyeron hasta el punto de que los 426 euros de la pensión no contributiva a la que podía acceder superaba el sueldo neto por las horas que podía dedicar a trabajar. Sus padres -mayores de 80 años y con una ley de dependencia en trámite- son ahora también quienes precisan su atención.

Violencia machista

Cuidar a los progenitores a los que, afortunadamente no tiene lejos de casa, y a su hija, la obliga a hacer equilibrios para disponer de tiempo para unos y otros, sin lugar para poder adquirir un compromiso laboral. «Pero, en realidad, el agravante de mi situación fue el reclamo del padre de mi hija. Pedía verla, incluso se presentaba en la escuela a buscarla, pero se acabó declarando insolvente a la hora de pagar la manutención», explica la madre, que, con la ayuda de un abogado de oficio, llegó a interponer una demanda por violencia machista. «Violencia porque no te paga la pensión, y sientes el miedo de que aparezca en cualquier momento. Y en este sentido, la justicia es bastante machista también. Tú asumes todos los gastos y él no te echa una mano en nada. No es equilibrado. Los derechos para él, sí, pero, ¿y los deberes?», plantea Ana Moral.

Que su hija coincidiera en la escuela con la de Sònia Bardají fue una gran suerte. Bardají se quedó embarazada también durante una relación que no fructificó. Pero fueron tres bebés los que llegaron. Hoy sus trillizas tienen 14 años y pueden presumir de madre emprendedora y valiente. Porque ella fundó, en el 2001, la Associació Catalana de Famílies Monoparentals -hoy Federació-. Desde el parto, «era una madre sola al 200%. Tenía los estudios de Filología y Educación Social y un Master en dirección de entidades sin ánimo de lucro», dice. Saturada por todo, imaginó la vida de madres solas criando a sus hijas e hijos y con la cara bien alta, pero también con la justa ayuda de una sociedad que valora la maternidad, también en solitario. Becas de comedor, carnet de familia monoparental para acceder a descuentos o el rincón infantil donde a diario 60 niños y niñas esperan entretenidos y seguros hasta las 18 h a sus madres, en el local de la entidad, en el Raval -seis personas contratadadas-, son parte de los servicios a familias monoparentales, que en el 92% de los casos sacan adelante mujeres solas.