«Caminé 32 horas para llegar a Bulgaria»

Unicef denuncia que los niños refugiados que huyen de Siria e Irak llegan a Europa «físicamente exhaustos, con miedo y angustiados»

HACIA MACEDONIA. Abdullah Hussein, de 12 años, es subido a bordo de un tren.

HACIA MACEDONIA. Abdullah Hussein, de 12 años, es subido a bordo de un tren.

BEATRIZ PÉREZ

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Deseo que se dispare la última bala. Aunque sea contra mí, pero que sea la última». Son las palabras de Hanin, una siria de 16 años que huyó de su país natal en el 2012. Ese año, una bomba destruyó su casa. Junto a su madre y hermano mayor, Hanin puso rumbo a Estambul, donde su familia fue detenida a los dos años. Ella no. Hanin logró llegar a pie a Hungría y cruzar a Austria --país donde ahora reside-- en el maletero de un coche. «Echo de menos mi casa, Siria sigue siendo mi país. A los políticos no les preocupa el pueblo, solo el dinero», denuncia. «Europa me ayuda aquí en Austria, pero no está ayudando a la gente en Siria».

La semana pasada la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reveló que más de 330 menores fallecieron en el Mediterráneo desde la muerte en septiembre de Aylan. Pero, ¿qué ocurre con los menores que logran atravesar las fronteras para empezar una nueva vida en Europa? Según datos de Unicef, en el 2015 más de un millón de refugiados llegaron a las costas de nuestro continente, de los cuales 253.700 -es decir, uno de cada cuatro- eran niños.

Llegan, informa esta oenegé, «físicamente exhaustos, con miedo, angustiados» y, a menudo, necesitan asistencia médica. Provienen de países en guerra, sobre todo de Siria e Irak. El invierno, además, tampoco pasa en vano. Las temperaturas bajo cero y la presencia de hielo y nieve no hacen sino empeorar su mal estado físico. Muchos no cuentan ni con ropa de abrigo ni disponen de acceso a una alimentación adecuada para su edad. En el último mes, Unicef ha distribuido 13.500 artículos de ropa de abrigo, mantas, cambiadores y mochilas portabebés en Macedonia, Serbia y Croacia.

Munir Yousufi es un afgano de 16 años que está refugiado en Serbia. «Mi familia reunió todo su dinero y me mandó a Europa para que estuviera seguro -relata--. He llegado aquí pasando por Irán, Turquía y Bulgaria. Caminé 32 horas para alcanzar Bulgaria». Asegura que en el trayecto estaba «muy cansado» por su discapacidad, pues sufre una hemiplejía en el lado izquierdo de su cuerpo debido a un ataque de los talibanes que destruyó su casa en Afganistán. «Mi sueño es instalarme en algún lugar donde pueda tener un futuro, llevar a mi familia y enviar a mis hermanos a la escuela», cuenta.

En los últimos meses, Unicef y sus aliados han ofrecido apoyo a unos 81.000 niños en Macedonia, Serbia y Croacia. Además, cerca de 18.000 bebés y niños pequeños han recibido servicios especializados a través de los espacios que la oenegé dedica al cuidado de madres y recién nacidos. La coordinadora especial para la Crisis de Refugiados y Migrantes en Europa de la asociación, Marie-Pierre Poirier, ha denunciado que los niños son particularmente propensos a las infecciones respiratorias, problemas digestivos y a la diarrea. La falta de lactancia materna también puede afectar seriamente a la salud de los bebés.

En movimiento

Bertrand Desmoulins es el Representante de Unicef en Macedonia. Su voz, al otro lado del teléfono, suena tajante.«Vivimos una situación de emergencia», dice. Aunque Unicef ha estado presente en el país durante los últimos 20 años, el equipo de Desmoulins, asentado en Skopie, la capital, comenzó a trabajar para dar respuesta a la crisis de refugiados en julio del 2013. El objetivo principal: mejorar la calidad de vida de los niños que llegan.

Muchos huyen de la guerra que desde el 2011 atenaza Siria. Pero tratar a estos niños no es fácil, principalmente porque la mayoría están solo de paso en Macedonia, donde solo permanecen unas horas para proseguir su camino hacia Alemania o el norte de Europa. «Es por eso que resulta esencial el apoyo psico-social (aparte de la comida y ropa) que les ofrecemos», cuenta Desmoulins.«Esta es la principal característica de los refugiados con los que trabajamos: el movimiento. Tenemos muy poco tiempo para ofrecerles nuestro apoyo», añade.

«Algunos llegan con sus padres, pero los adolescentes suelen llegar solos. Nos aseguramos de que no sean víctimas de abusos o tráfico de menores». El representante de Unicef en Macedonia cuenta que si bien la oenegé no tiene «evidencias» de que en el país existan mafias de este tipo ni tiene cuantificadas «desapariciones» de niños refugiados, ello no significa que «no estén ocurriendo». «Nosotros unimos esfuerzos para fortalecer la protección de estos menores que no están acompañados», explica. En los primeros 10 meses del 2015, más de 23.000 menores, solos, sin acompañamiento de ningún adulto, pidieron asilo en Suecia. Unos 30.000 pidieron en Alemania.

Unicef y otras agencias de las Naciones Unidas presionaron el año pasado al Gobierno de Macedonia para que cambiase la política de las personas migrantes. Así, la nueva ley permite que los refugiados permanezcan en el país unas 72 horas. De esta manera, como los migrantes pasaron a considerarse personas legales, las oenegés consiguieron organizar servicios para responder a sus necesidades. ¿Cómo puede ayudar la ciudadanía española a Unicef en su trabajo con los refugiados? Desmoulins no duda: «Necesitamos donaciones de dinero». Pueden hacerse a través de la web www.Unicef.es.

«Fue terrorífico. Estuvimos siete horas en el mar Mediterráneo. Cuando la lancha se desinfló y se llenó de agua, todos los chicos de mi edad saltamos», rememora Jehad, un sirio de 15 años que actualmente reside en Macedonia. Lleva un año sin ver a su padre, que se encuentra en Alemania. Su madre y hermanos están en Jordania. «Mi esperanza es poder reunirme con mi padre, aprender alemán en un año y estudiar después arquitectura», expresa Jehad.

La guerra en Siria ha cumplido ya su quinto aniversario. Actualmente, unos 13,5 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en el interior del país. Según Unicef, seis millones de niños dentro de sus fronteras sufren situaciones extremas de pobreza, desplazamiento y estado de sitio.