Albert Quiles: "Si tienes un familiar mayor, llámale, aunque sea una vez a la semana"

Entrevista con el director de Amics de la Gent Gran, oenegé que acompaña a más de un millar de abuelos en una decena de municipios catalanes

Albert Quiles, director de Amics de la Gent Gran.

Albert Quiles, director de Amics de la Gent Gran. / periodico

ROSA MARI SANZ / BARCELONA

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Amics de la Gent Gran acompaña a más de un millar de abuelos en una decena de municipios catalanes y conoce de cerca uno de los principales dramas que viven tantos ancianos: la soledad. Según los últimos datos facilitados por las entidades sociales, más de 175.000 catalanes mayores de 65 años viven solos sin desearlo. El director de esta oenegé pide políticas más contundentes y también una mayor corresponsabilidad social para un colectivo muy vulnerable que además hace malabarismos para llegar a fin de mes. Porque  el 40% de los ancianos en Catalunya tiene una prestación de jubilación que no llega ni al salario mínimo.

En Catalunya hay alrededor de 1.250.000 personas de más de 65 años y se calcula que en el año 2040 esta cifra se habrá duplicado. Este hecho plantea retos sociales, o debería plantearlos. Así es. Cada vez tenemos más retos como sociedad porque se vive más años. Se han de hacer más y mejores políticas para los mayores que nos permitan trabajar a todos más en red. Parece una frase recurrente, pero es así. Es necesario impulsar el trabajo comunitario desde la Administración, las empresas, las oenegés y la sociedad en general. Políticas de proximidad, realistas. Los mayores no tienen todo el tiempo del mundo. No podemos hacer planes a largo plazo.  Pero no olvidemos que no todo es la Administración.

El programa Radars. Por supuesto. En Barcelona hay muchos recursos comparado con otras ciudades, pero se les ha de sacar el máximo provecho y a las personas mayores se les ha de hacer llegar la información. Hay personas que no saben que a cuatro calles de su casa tienen una actividad interesante o una propuesta muchas veces gratuita que podrían aprovechar. Pero insisto, en el día a día somos todos los corresponsables.

¿Qué sugiere? Si todos pusiéramos un granito de arena dentro de nuestras posibilidades probablemente con esta red ciudadana y solidaria de vecindario, humana, tendríamos mucho ganado. Si tienes una tía, un familiar mayor, llámale, aunque sea una vez a la semana. Estaría muy bien que hubiera campañas institucionales valientes, más arriesgadas, hablar claro de la soledad de los mayores para poder impactar un poco a la gente.  No maquillemos la realidad. Parémonos a escuchar a los mayores. Nos irían mejor las cosas. Son perspectiva de vida, historia, experiencia. 

¿La sociedad es realmente consciente de la soledad de los mayores o no quiere verla? En Occidente fabricamos a personas solas. En África, por ejemplo, se dice que cuando un anciano muere una biblioteca arde. Nosotros, desde Amics de la Gent Gran (www.amicsdelagentgran.org), tenemos mucha preocupación en recoger vivencias de nuestros mayores. No sé si habrá una generación que haya vivido cambios tan brutales. Hay que mirarles más y ser más espontáneos con ellos, aunque es muy difícil dejar de asociar vejez con enfermedad y muerte. Existe este estereotipo. Es como un círculo.  ¿Pero por qué cualquier progreso que hace un niño pequeño es celebrado por todo el mundo y no animamos a una persona mayor cuando hace algo que sabemos que le cuesta? 

Quizá es por miedo a llegar. Deberíamos incorporar la etapa de la vejez y el envejecimiento como una asignatura, como algo natural en los planes educativos y en el ciclo de vida. No es algo malo llegar a la vejez, es una etapa de la vida. ¿Vemos mala la adolescencia, la etapa adulta? ¿Por qué vemos mal la vejez?

¿La soledad entiende de economía? ¿La persona mayor con menos recursos la sufre más? Nosotros acompañamos a personas mayores que padecen soledad y que tienen todo tipo de economías y estilos de vida. Pero si además de sufrir soledad se  suman problemas para llegar a fin de mes, como les ocurre a tantas personas mayores, la complicación vital se multiplica de manera considerable. El estado emocional es clave y si hay precariedad se agrava. Hay problemáticas inadmisibles, como que sufran pobreza energética. No puede ser que haya personas mayores con mantas que no se puedan poner la calefacción.

Las pensiones son el gran sistema de protección social, pero algunas están por debajo del umbral de la pobreza. Los mayores son los grandes olvidados. Son un colectivo precario económicamente y que están a la cola de todo. En los tiempos de espera sanitarios, por ejemplo, no son para nada prioritarios. No estamos en contra de nadie. Entendemos las prioridad de otros colectivos. De los jóvenes, por ejemplo, estamos a favor. Pero deberíamos encontrar maneras para que  no sufran siempre los mismos.

La crisis los ha reincorporado en el seno de muchas familias. En los últimos años hemos ido viendo situaciones cada vez  más complejas a nivel de modelos de estructuras familiares. Si una persona mayor vivía sola y no sentía una buena atención por parte de su familia, cuando ha habido necesidad todos se han instalado en su casa. Estas uniones no deseadas han destapado, a veces, situaciones no deseadas, como casos de maltrato. Este es un tema durísimo al que prácticamente solo se le da visibilidad en junio, cuando se celebra el día del maltrato y salen balances en los medios de comunicación. Luego se queda ahí, se ha de seguir trabajando, denunciando y visibilizando este problema.

¿Les piden ayuda a ustedes? Alguna vez ha pasado. Nosotros construimos relaciones de amistad profunda con las personas voluntarias y las personas mayores. Una persona voluntaria aporta lo mejor de lo que podría ser un familiar sin serlo. Esto permite que estas personas encuentren un momento para explicarse de forma abierta sobre sus angustias sin herir a la familia. Con estos vínculos hemos conocido casos muy duros.  

Ustedes también tienen lista de espera en su entidad. Antes podíamos acompañarlos a todos. Ahora no. Tenemos una lista de espera de 200 personas mayores. Eso es muchísimo. Nos falta voluntariado. Con solo una vez a la semana, una dedicación de un par de horas significa mucho. A veces no se creen que puedan estar acompañados de manera gratuita. Muchas veces lo único que quieren es hablar un rato, aunque siempre es positivo que puedan salir y vincularse a otras personas y a otros recursos para que socialicen.

¿Qué cualidad primordial ha de tener un voluntario? Una premisa muy importante es que se comprometa a una voluntariedad mínima de un año. Otra cosa es que luego surja un imprevisto y no pueda seguir con nosotros. Pero de entrada tiene que haber ciertas garantías de seguimiento. Luego hacemos una formación inicial que recomendamos con el objetivo de romper estereotipos  y maneras de dirigirnos a ellos.

¿Alguna norma básica? Por  ejemplo, no les hables en diminutivo. Hubo una campaña en el País Vasco que lo resumía muy bien. Salía una persona dirigiéndose a un hombre… «Ay, Juanito….» Y el hombre se lamentaba: «Toda mi vida he sido el señor Pérez. ¿Por qué me llaman ahora Juanito?»  Ese trato infantilizado puede representar para algunos una falta de respeto. O la tendencia humana a llenar el silencio. Los ritmos de una persona mayor son distintos. Igual no tiene ganas de hablar o le cuesta y tú invades y no dejas que el otro se abra. O eso tan habitual de «no es nada, mujer, no se preocupe». Si una persona mayor te está diciendo que le duelen los huesos y le preocupa, es que le preocupa y debes de respetarlo. O cuando quiere hablar de la muerte o de temas delicados y desvías el tema. Otra cosa muy importante es el tema de la vulneración de los derechos humanos.

Denuncie, denuncie... Son constantes los casos. A nivel general, el problema de la vivienda digna, los desahucios de los mayores… Es algo que debería de ser totalmente inadmisible. Luego tenemos otros problemas graves muy invisibles. ¿Cómo se vive la homofobia en los centros residenciales? Hay gente que, en una residencia, esconde su orientación sexual. ¿Y las personas transexuales que no se han operado? No estamos suficientemente preparados. Es necesaria más información y más formación y poner esfuerzos en aspectos que tienen que ver con la vulneración de derechos humanos. Hemos de ser mucho más contundentes si no se respetan.