24 HORAS EN LA EDICIÓN EN CATALÁN

Puntillosos, imaginativos, ultrarrápidos

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Núria Navarro

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Lo suyo sí es una gesta: convertir un periódico de 70 páginas pensado y escrito en castellano en un diario en catalán sin que le rechinen los dientes a ninguna autoridad filológica. Ricard Fité, su equipo y el programa de traducción automática –lo apodaron 'Al Atac' (Català al revés, nótese) pero ellos le llaman 'La Máquina'– lo consiguen en menos de 20 horas, lo que dura un parto prolongado.

Y eso cada día. A rebufo de textos cambiantes en una realidad cambiante. Alimentando las fauces de la web y la versión en papel que llega a los quioscos. No es trabajo para calmosos que necesiten cinco años para traducir un poema ni para rutinarios que no salen de redactar artículos del DOGC. Repasamos aquí su minuto a minuto con algunos de sus protagonistas.

7.00 HORAS

Aún es noche cerrada cuando Glòria Costa (Badalona, 1962) pasa por el torno de la entrada. La redacción está desierta. Solo se oye el zumbido de la bomba de calor y alguna silla que el servicio de limpieza desplaza para pasar la mopa. Al fondo, una única pantalla encendida 30 minutos antes por la portadista de la web en castellano, Montse Baraza, concentrada como un copista de monasterio medieval.

Costa se instala a su izquierda, frente a dos monitores. En uno, la portada 'on line' actualizada por Baraza. En la otra, la catalana volcada por el equipo de cierre. "Las primeras horas son relativamente tranquilas –explica–, se trata de ir  vistiendo la portada". Ataca el primer 'scroll' (la parte superior de la web), y las noticias que llegan de agencias o de corresponsales, emitidas desde franjas horarias distintas. Se respira buen rollo entre el 'español' y el 'catalán'.

11.00 HORAS

Del paso al trote. Una porción de redactores cierra noticias y aprietan el 'rayo azul' –el indicador de que entran en el torrente de la web y autoriza su paso por 'La Máquina'–. En tres segundos, fiuuu, una pieza está catalanizada y a punto para que Costa la pula y le dé esplendor. La media de noticias en cola de espera es de unas 30 (por la tarde llega a 50). "En este punto hay que empezar a priorizar", especifica. "Tienes que saber gestionar la presión cuando parece que la cosa se te va de las manos", admite. "Te tiene que ir la marcha", acabarán coincidiendo todos. Su trayecto acaba a las 2 de la tarde, con el cuerpo anegado de adrenalina, y sale flechada a meterse en su papel de madre.

13.30 HORAS

Llega en ciclón Mònica Biosca (Barcelona, 1959). A esa hora, o ha comido sin hambre en casa o come mal a pie de ordenador. Nada más abrir el aparato, se encuentra la portada de la web controlada y el "desbordamiento de noticias". Entran tres redactoras más, dos exclusivamente para ocuparse del 'on line'. "Somos libres de elegir las prioridades –explica Biosca–; por ejemplo, empiezas por traducir el Barça o cualquier otra noticia que pueda interesar al lector catalán antes que por la Pantoja". Y si la editora de redes, Sílvia Cobo, detecta que una pieza en castellano da tráfico, para allá que se van. Si todo avanza con orden, empiezan a traducir suplementos de papel ('On Barcelona', 'Airbag' y 'Más Periódico'). "Somos los que somos frente a un gran volumen de información, y nos resulta muy difícil renunciar a hacerlo mejor por falta de tiempo", pone Biosca como pega.

18.00 HORAS

La versión de papel empieza a tomar cuerpo. Joan Guardiola (Badalona, 1963), hombre de confianza de Fité, reparte juego entre los que ya estaban y cuatro traductores más, entre ellos la cañera Maria Roman (Barcelona, 1964). "En esa franja te entregan la criatura que estaba en la incubadora y tienes que llevarla hasta el final", explica Guardiola mientras actualiza el 'tamagotchi' –un sistema de visualización de páginas ya cerradas en castellano– y para mayor control, marca cruces sobre las celdillas de la pauta del diario en catalán dibujada en una hoja de DIN A3.

Si la cadencia informativa fluye, el ritmo de traducción fluye. Pero, ay, si por la tarde o la noche llega una noticia de gran calado que cambia el esqueleto entero del diario, toca bailar electrocumbia. Todos recuerdan alguno de esos días. El accidente de tren de Castelldefels (23 de junio del 2010), el atentado al Bataclan de París (13 de noviembre del 2015) o la masacre de Niza (14 de julio del 2016).

20.00 HORAS

Empieza la cuenta atrás. Se suman tres traductores a media jornada y Cristina Rosselló (Barcelona, 1972), 'la de la noche', la última que toca la portada de la web. Ella toma asiento en la mesa de cierre del castellano (toda hombres). La cena del 'team' es a túper, sin parar la producción. "Mis dos momentos de descanso coinciden con las visitas al lavabo", puntualiza Guardiola en tono socarrón. Si hay tiempo de hacer pipí es que el castellano no genera páginas, y todos aprietan las mandíbulas. "Cuando 60 de 70 páginas no han llegado al tamagotchi, sabes que tendrás que alargar por detrás", dicen.

22.00 HORAS

Tensión de cierre. Los últimos textos originales están listos y esperan ser catalanizados. La media óptima estimada de traducción es de dos páginas/hora, pero a esas alturas de la noche pueden llegar a seis. Destajismo del bueno. Hay títulos que no entran. Giros que se resisten. Textos demasiado cortos. Piezas de opinión con demasiada jerga.

"Son las horas en las que todos estamos un poco eléctricos –cuenta Roman–. Intentas concentrarte a contrarreloj. Te tropiezas, por ejemplo, con un Kiko Amat lleno de dobles sentidos y chistes, y sudas la camiseta. Querrías que parara el tiempo para afinar una frase o darle otra vuelta al titular".

En esos momentos de galope es cuando puede colarse el gazapo ('La Máquina' no traduce lo que no entiende). En la memoria de erratas ilustres que no fueron pilladas por los cracks figuran la publicación de 'Queipo de Pla', por Queipo de Llano; de 'Billy Vidre' por Billy Cristal, o las 'jueves tendres' en una receta de cocina.

Y hay otras menos hilarantes. "En un destacado de una pieza del director se quedó sin traducir la palabra 'ahuyentar' –explica Guardiola–. Me di cuenta a la mañana siguiente, en casa, y se me pusieron los pelos de punta". Rosselló, solidaria, aporta una una suya: "Yo colé ‘el Barça es classifica’, cuando debía decir ‘podria classificar-se’. Lo hice pasar de ronda". Pero también es verdad que 'los chicos del catalán' paran errores del castellano, evitando sacar los colores a muchos.

23.00 HORAS

La mayoría de redactores ya han cogido el portante, pero ellos siguen en el tajo. "Los problemas estallan de noche –cuenta Rosselló–. Tienes que hacer cambios o corregir errores que no puedes consultar porque los autores ya no están". Encima, desde Parets del Vallès, donde la rotativa calienta motores, reclaman páginas. "No las paséis de 15 en 15", ruegan al otro lado del teléfono. El "venga, vamos" no ayuda mucho si buscas la mejor manera de traducir "Pedro Sánchez deshoja la margarita".

Van marchando efectivos y Rosselló se queda más sola. En ella se acaban fusionando la responsabilidad del 'on line' y de la edición catalana de papel. "Estoy en la huerta y en la viña", bromea. Asume los cambios de titulación y de pies de fotos, y los matices de algún redactor inseguro. "En ese tramo, en todo momento, decido qué corre más prisa". Abre una noticia en la web, y se acumulan 15 páginas del papel. "Es un ejercicio de equilibrismo", compara.

Y si hay segunda edición, toca hacer cambios, y a la vez, mirar los PDFs del diario en papel que envían desde Parets para comprobar que no se haya colado un error gordo.

02.30 HORAS

Rosselló apaga el ordenador. Fuera es noche cerrada. Nunca cena con su pareja –"un santo"– y su hija. Y al llegar a casa le es imposible conciliar el sueño hasta pasadas las 3.30, cuando baja de revoluciones. "Me voy a dormir dando vueltas a dejar este trabajo, y me levanto convencida de que es el mejor del mundo".

Los chicos del catalán lo dan todo. Y encima, en estos 20 años de intensa trayectoria profesional, han tenido 30 hijos (no entre ellos, puntualizamos), encajado la prematura muerte de dos  compañeros –Josep Maria Grané y Eduard Vidal–, vivido alguna separación y hasta encontrado un nuevo amor.