Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

Lo personal, lo político y el olor de las nubes

El Gobierno no aplica el IVA superreducido a artículos de higiene íntima que son de primera necesidad, la industria no especifica en sus etiquetas qué componentes llevan los productos que nos venden y y los anunciantes nos puerilizan y nos tratan como a tontas.

Hace dos semanas publiqué en estas páginas un artículo que resultó ser uno de lo más viralizados que he escrito. En él hablaba de lo complicado que resulta para las mujeres encontrar sujetadores o biquinis sin relleno y sin aros. Como se trata de un tema femenino, nadie le había concedido visibilidad. Y por ello muchas mujeres sentían que eran las únicas.

Esto me animó para escribir sobre otro tema que, al ser exclusivamente femenino, no se visibiliza.

La menstruación da asco. Les da asco a hombres fans de 'Breaking bad' o de series similares, en las que en cada capítulo corre más sangre que en una ofensiva en Siria.

Cada mes, el cuerpo de las mujeres se prepara para un embarazo. Si este no llega, el útero, se desprende de su recubrimiento. Esta es la sangre menstrual, y es de esa sangre que han surgido todos los que, en lugar de estar agradecidos, se refieren a ella con asco y con desprecio. Deberían agradecer, de paso, que el Gobierno recaude dinero a través de nuestra menstruación. Los tampones y compresas, como producto de primera necesidad, deberían tener el IVA súper reducido. Pero no. No lo tienen.

Componentes tóxicos

Sigamos con que la mayoría de los tampones y compresas del mercado contienen dioxina, rayón, fibras sintéticas e incluso asbesto, con lo cual una mujer se juega al usarlos un cáncer de útero o un 'shock' tóxico.

Y lo triste es que la gran mayoría de las mujeres ni siquiera conoce este detalle. Porque, como los tampones y las compresas no se consideran un bien de primera necesidad, no tienen la obligación de especificar los materiales que utilizan en su creación. Y, de hecho, ¡no lo hacen!

¿Qué me decís de los 'salva-slips' con dibujitos de flores y aroma de rosas? ¿Acaso así, mientras menstrúo, mi vulva estaría entretenida? Entretenida y amenazada: sus componentes son tóxicos.

La menstruación da asco a hombres fans de 'Breaking bad' o de series similares, en las que en cada capítulo corre más sangre que en una ofensiva en Siria

Sigamos con los anuncios de compresas y tampones. En primer lugar, se nos dice que olemos mal. A ver, ¿es usted capaz de detectar si una mujer está menstruando solo por el olor? Yo tampoco. La sangre menstrual apenas huele.

Pero lo que es flipante es que en esos anuncios unas ninfas jovencísimas y delgadísimas corretean con 'shorts' blancos. De toda la vida, lo suyo es llevar unos cortísimos y blanquísimos pantaloncitos bien ceñidos cuando tienes la regla... ¡Ah, sí! y hacer el pino. Y colgarse boca abajo cual murciélagos.

Lo cierto es que la gran mayoría de las mujeres, cuando tiene la regla, no quiere hacer el pino, solo tirarse en el sofá y comer helado de chocolate. Fantástico: los anuncios sugieren que en ese momento reflexionemos sobre temas filosóficos de gran relevancia mundial, como la respuesta a la eterna inquietud humana: "¿A qué huelen las nubes?". Pero no, pese a todo, vamos a trabajar y cuidamos de nuestros asuntos.

No nos representan

La gran mayoría tenemos más de 16 años y un cuerpo acorde a nuestra edad. No nos vemos representadas en esos anuncios que, para colmo, en muchos casos, tienen miedo de llamar a la regla por su nombre y hablan de "esos días del mes" como si fueran mi tatarabuela.

También tienen miedo de representarla, y la sugieren en color azul. ¿Qué somos? ¿Pitufos? ¿O las habitantes de Pandora, el planeta de la peli vatar'?

Si te ofenden tanto esos anuncios como a mí, quizá quieras plantearte comprar otros productos. Existe la copa menstrual, los tampones y compresas ecológicas, las compresas reutilizables. No son tóxicos y a la larga son más baratos.

Lo personal es político. Y político es ser coherente con nosotras mismas. No apoyar a Gobiernos que no aplican el IVA superreducido en productos de primera necesidad. Ni a industrias que no especifican claramente en sus etiquetas qué componentes llevan los productos que nos venden y si pueden ser tóxicos. Ni a anunciantes que nos puerilizan y nos tratan como a tontas. Ni a hombres que desprecian el propio vientre del que han nacido.

Compartir lo personal como político es escribir sobre nuestras experiencias íntimas, visibilizarlas. Es no interiorizar mensajes que digan que una función natural y necesaria huele mal o es sucia, o que nos presenten como niñas descerebradas. Es sobrevivir a los ataques mediáticos simbólicos. Por eso hablar de un tema como la regla que en principio "da asco" es tan importante. Y estar orgullosas de ser mujeres, siempre.