Oliver Laxe: el director de cine zen

El realizador de origen gallego nacido en París, formado en Barcelona y recién galardonado en Cannes, cree que en el cine como acto de fe.

Oliver Laxe, durante el rodaje de 'Mimosas'.  Abajo, en la silueta, el director de cine.

Oliver Laxe, durante el rodaje de 'Mimosas'. Abajo, en la silueta, el director de cine.

POR A. SUANZES

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¿Se puede ser un sabio a los 34 años? Seguramente no. Se dice que la sabiduría es algo que llega con la madurez. Pero puede que no solo las arrugas concedan ese privilegio. Porque hablar con Oliver Laxe (París, 1982) produce una sensación de tranquilidad interior próxima a ese concepto inasible. "Mi propuesta es recordar que el ser humano tiene una semilla hermosa dentro de él y recordar que la creación es un milagro". Son sus intenciones en 'Mimosas', su segundo largometraje, recién premiado en Cannes. Y, al escucharlo, no se percibe que exista dogmatismo en sus palabras, ni siquiera que pretenda convencer a nadie de que su discurso merezca ser especialmente escuchado. Laxe mira con profundidad, se toca la barba y hace silencios dubitativos en los que vehícula con habilidad sus respuestas.

MILAGROS E ESPIRITUALIDAD

Milagro, fe, espiritualidad, religión… son palabras que afloran fácilmente en el diálogo. A la vez son temas que impregnan 'Mimosas', su primera ficción pura, y con los que Laxe se enfrenta a los escépticos del cine de autor. "Todas las películas son un acto de fe. Cuando hay buena intención el premio está asegurado. Tenía fe en que el final del camino iba a ser bueno". El final del camino son seis años de dificultades para financiar la película. Pero cuando habla del final del camino no se refiere al Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes, si no a lo conseguido. Habla de las buenas intenciones, de la fe, de la búsqueda de la consciencia, porque "detrás de todas las cosas hay algo".

LA IDEA DE LA MUERTE

Laxe se expresa siempre con convencimiento. El mismo que tiene Shakib, uno de los protagonistas de 'Mimosas'. Él es el que empuja a sus compañeros de viaje a seguir ascendiendo el Atlas para depositar el cadáver del viejo maestro sabio donde él pidió. Aunque sus compañeros guías sean escépticos y crean que esa senda les va a llevar a una muerte segura. «El reto principal de la fe es transcender a la idea de muerte. De alguna manera, nos preparamos para una muerte digna». Es el resumen argumental de la película. De nuevo hablando de la fe en este wéstern espiritual rodado por un gallego.

Si a estas alturas aún no se confirma la categoría de sabio de Oliver Laxe es por su edad. "Esta sociedad, que presume de estar más allá del bien y del mal, está más aquí del bien y del mal». Quizá no hay sabiduría, pero sí estemos ante un pensador, antes que cineasta. «Como pensador, Marruecos es el espacio ideal para saber lo que pasó en Europa para que estemos en esta situación". Se refiere, entre otras cosas, a la crisis de los refugiados. En Marruecos rodó también su primera película, 'Todos vós sodes Capitáns', premio FIPRESCI en el Festival de Cannes en el 2010, y desde allí busca romper las dialécticas entre Oriente y Occidente.

HIJO DE LA EMIGRACIÓN

Porque Laxe es hijo de la emigración, reivindica la cultura bastarda y se confiesa admirador del concepto de ósmosis que encuentra en la obra de Juan Goytisolo. "Encontré en Marruecos una continuidad con la Galicia de mis ancestros. Esa fragilidad del ser humano en la naturaleza y en la creación. La aceptación de todo, desde las tormentas hasta las relaciones amorosas y la muerte. Tanto en Marruecos como en mi familia encuentro esa dignidad frente a la vida, que me conmueve". Y Laxe se abre en ese momento a hablar de la familia. De Felipe Lage, su hermano y productor de Zeitun Films desde A Coruña, el que sacó adelante sus dos películas y "está siempre listo" para bajarle "los humos".

Otra muestra de sabiduría. El control del ego. A alguien que sale con premio de La Croissette cada vez que la visita, se le tiene que subir a la cabeza su importancia. "Tu ego te juega malas pasadas en todo momento, pero la vida equilibra siempre. Por ejemplo, ser actor es uno de los ejercicios más potentes de control del ego que existen, por eso muy pocos sobreviven a este acto".

CRIADO EN PARÍS

La supervivencia de Oliver Laxe tiene numerosas paradas en el largo camino para llegar al Atlas marroquí que sirve de escenario para 'Mimosas'. Hijo de emigrantes gallegos en París, allí vivió hasta los seis años y allí descubrió las imágenes en el pequeño laboratorio fotográfico de su padre. Traslado a Galicia. En A Coruña quiso filmar por primera vez en su etapa de instituto. Descubrió a los grandes del cine en el cineclub de Pontevedra y se empapó de la tradición cinéfila en la Pompeu Fabra de Barcelona. "En la Pompeu tuve muy buenos maestros. El amor por el cine ya lo tenía antes, pero en Barcelona fue importante el marco de trabajo. De hecho, hay una buena parte del equipo de Mimosas que trabaja como profesorado en la Pompeu Fabra, como el director de fotografía Mauro Herce o el guionista Santiago Fillol, entre otros".

PRÓXIMO TRABAJO

Laxe prepara su próximo largometraje bajo el auspicio de la Pompeu Fabra. Hablará de la identidad, de la gallega, desde el arte. Será un proyecto más humano y experimental que 'Mimosas'. «Galicia es el marco ideal para hablar de la identidad. Tiene una serenidad que no tienen otras nacionalidades históricas que están en dialécticas con el centro. Dialécticas que entiendo, pero que provocan una crispación que no permite este proyecto. La mejor forma de llegar a la identidad es destruir el propio término». Y eso hace que Laxe busque un cine con identidad, desde su sabiduría… o no… porque, ¿quién puede ser sabio a los 34 años?