LA ENTREVISTA

Jay Asher: "Hablar del suicidio juvenil ayuda a combatirlo"

El creador del 'best seller' juvenil 'Por trece razones' cree que la llegada de los 'smartphones' y las redes a los institutos ha introducido "nuevos miedos" en la vida de los menores y ha convertido al 'bullying' en un problema social

Jay Asher, autor de 'Por trece razones', en Madrid

Jay Asher, autor de 'Por trece razones', en Madrid / periodico

Juan Fernández

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En los planes de Jay Asher no figuraba convertirse en un experto en la adolescencia, pero el éxito alcanzado en el 2007 por su novela 'Por trece razones', que hurgaba en las razones que mueven a una quinceañera a quitarse la vida tras padecer un cuadro de 'bullying', le ha llevado a mantener desde entonces infinidad de encuentros con menores de medio mundo en los que ha podido identificar las heridas interiores que esconden los chicos de hoy. La obra, reeditada ahora en castellano por Nube de Tinta y en catalán por Estrella Polar, y convertida en serie de televisión por Netflix, ha vuelto a poner el foco sobre un asunto controvertido, el del suicidio juvenil, cada vez más presente en los noticiarios.

¿Qué le llevó a escribir esta novela? Un familiar intentó quitarse la vida con la misma edad que Hannah, la protagonista. Nunca antes me había planteado escribir sobre un tema así. De hecho, en esa época escribía libros de humor. Pero nueve años más tarde, tras mantener largas conversaciones con ella y comprender las razones que le llevaron a tomar aquella decisión, pensé que había una historia que contar. El libro no va sobre su experiencia, pero fue ella quien me inspiró.

El mundo adolescente es complejo, a veces opaco. ¿Qué descubrió sobre esa etapa de la vida cuando tuvo que documentarseLa protagonista iba a ser una chica, y este no era un detalle menor. Antes de empezar a escribir, senté delante de una mesa a mi mujer y a varias amigas suyas y les pedí que me hablaran de sus años de instituto. Me sorprendió descubrir lo mucho que les habían afectado los rumores que circularon sobre ellas en el centro escolar. A esa edad, lo que la gente dice de ti puede condicionarte mucho la vida, sobre todo si eres chica. De hecho, todo lo que le ocurre a la protagonista de la novela comienza con un simple rumor, y eso que en la época en que está ambientada aún no había teléfonos móviles en los institutos.

¿En qué medida la irrupción de estos aparatos ha cambiado el panorama? De forma determinante. Las redes sociales les han complicado la vida a los adolescentes, han traído nuevos miedos a sus vidas. Cuando yo iba al instituto, lo que ocurría entre sus paredes se quedaba allí. Ahora, cualquier chisme, foto o vídeo que nazca en el centro escolar puede propagarse fuera de él sin límites, las fronteras del 'bullying' han desaparecido. Se suponía que los móviles iban a facilitarnos la comunicación, pero hoy los chicos sufren más en silencio que antes.

La adolescencia siempre ha sido una edad complicada. ¿Ahora es diferente? Todos hemos tenido 15 años y conocemos las dudas que te asaltan en ese momento. De pronto, te toca afrontar responsabilidades para las que no estás preparado y vives sensaciones que desconocías. Te enamoras, te desenamoras, las hormonas se te disparan... La adolescencia siempre ha sido un cóctel emocional vivido en forma de drama, pero hoy los móviles y las redes han dado una dimensión social a ese drama.

Estos inventos han llegado para quedarse. ¿Qué recomienda? En los encuentros que he mantenido con adolescentes de todo el mundo, muchos de los cuales me han escrito para contarme qué han sentido tras leer mi novela, me he dado cuenta de que no existe una fórmula mágica para tratar el acoso escolar ni para educar a los menores en el uso de los móviles y las redes sociales. Cada caso es diferente. La única recomendación que haría es: hablemos de esto. Padres, profesores, monitores, hablen con los adolescentes, interésense por sus preocupaciones, estén atentos a lo que les pasa.

"Hablando con adolescentes, he descubierto que muchos no piden ayuda porque creen que no les van a entender"

¿Cree que esto no se hace como debiera? En los últimos años, muchos chicos me han escrito para darme las gracias y decirme: leyendo su libro, por primera vez me he sentido escuchado y comprendido. ¿Qué sucederá en sus entornos escolares y familiares para sentir que alguien como yo, que no les conoce de nada y vive a miles de kilómetros, les ha ofrecido la atención que nadie les prestaba? ¿Cómo debe ser el silencio que les acompaña?

¿Qué sucede con el entorno acosador? ¿Qué lleva a un quinceañero presuntamente bien educado a fomentar el bulo, participar en la burla y formar parte de ese encarnizamiento? Cotillear está en la condición humana. Los adultos también lo hacemos. Vemos las noticias de los famosos y hurgamos en los detalles más morbosos de sus vidas. Pero cuando esto ocurre con personas cercanas, y sobre todo a esas edades tan delicadas y mediante herramientas de comunicación viral como las que hay ahora, existen riesgos que no se tienen en cuenta si nadie habla de ellos. De nuevo, la única solución es hablarlo. Es incómodo, pero eso no nos puede llevar a ponernos de perfil y decir: "Allá se las apañen los adolescentes con sus problemas". Porque el 'bullying' es hoy más peligroso que antes.

Hablemos de asuntos incómodos: ¿qué mueve a un chaval de 14 años a querer quitarse la vida? Hay muchas razones. En ocasiones, hay problemas mentales que podrían tratarse para evitar el fatal desenlace. Otras veces, hay situaciones de acoso que dejarían de causar dolor si salieran a la luz. Y en otros casos, simplemente, hay menores que no saben deshacerse del dolor que llevan dentro.

Y la solución que encuentran es el suicidio. Los estudios revelan que los suicidas, en su inmensa mayoría, no quieren morir, lo único que desean es dejar de sufrir. Detrás de cada suicidio adolescente hay un menor que no supo pedir ayuda. La decisión es suya, pero su entorno familiar y escolar también es responsable de no haber visto lo mal que estaba para decirle: "Hablemos de eso que te causa tanto miedo y dolor". Muchos chicos no piden ayuda porque piensan que no les van a entender.

Si hablar de suicido es incómodo, mencionar suicidio juvenil es tabú. ¿Comprende que sea así? Si el suicidio es una tragedia, cuando el protagonista es un menor la tragedia es doble. A veces, con demasiada ligereza, lo describimos como un acto de egoísmo, pero no reparamos en el sufrimiento que hay debajo. El suicidio juvenil se suele ocultar por respeto a los familiares, porque no es fácil para un padre asumir que su hijo se ha quitado la vida, pero si no se habla de las razones que lo motivaron, esta plaga no se detendrá. Hoy, el suicidio es la primera causa de muerte entre menores en Europa y la segunda en Estados Unidos. 

"Con demasiada ligereza, a veces describimos el suicidio como un acto de egoísmo y no reparamos en el sufrimiento que hay detrás"

Por el contrario, existe la idea de que hablar del suicidio provoca que haya más casos. Una idea basada en prejuicios falsos. Los estudios revelan que todo el que tiene instintos suicidas, cuando descubre que no es el único que ha sopesado quitarse la vida, de pronto piensa: "Oye, pues quizá yo no sea tan raro como creía, al parecer hay más personas con problemas como los míos". Por eso hay que hablar de esos problemas. Del 'bullying', de las agresiones, de los trastornos mentales. Exteriorizarlo les libra de sentirse desesperados. Hablar del suicidio juvenil ayuda a combatirlo.

¿Qué explicación encuentra a la aparición de fenómenos como Ballena Azul, el juego viral que fomenta el suicidio entre jóvenes de todo el mundo? Su naturaleza 'on line' lo vincula al uso de las redes sociales, que están cambiando la forma de relacionarnos, pero debajo hay un impulso humano que tiene que ver con la necesidad que sienten los chicos de que les presten atención. Para muchos, hoy el mayor tesoro consiste en tener un número elevado de 'likes', que todo el mundo sepa lo que están haciendo. Les urge recibir ese feedback positivo, y para lograrlo pueden acabar haciendo cualquier cosa con tal de sentirse protagonistas. En el fondo, solo están gritando: "Prestadnos atención".

Usted es padre de un niño. ¿Le preocupa pensar en su adolescencia? Como a cualquier padre. Me considero una persona abierta y dialogante y en casa procuramos hablar de todo. Mi hijo tiene ahora 6 años, intentaré que esta buena comunicación siga siendo clara y fluida dentro de 10 años, pero no puedo asegurar el futuro. En mi mano está dejarle claro que puede hablar conmigo de cualquier asunto que le preocupe. Se trata de estar ahí para acompañarles en ese difícil tránsito que es la adolescencia.