Gilipollas

La portada de la revista 'El jueves' insulta a ocho millones de personas. Ya estoy cansado de hacer como si no pasara nada cada vez que, en nombre del humor, se desprecia a la gente por lo que piensa.

Gilipollas_MEDIA_2

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JUAN CARLOS ORTEGA

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Cuando el otro día vi en una red social la portada de la revista 'El Jueves' que reproducimos aquí, pensé que se trataba de un montaje. Aunque conozco la línea de esa publicación, llamar «gilipollas» a tanta gente era demasiado extraño. Normalmente insultan de uno en uno, y hacerlo a millones de personas a la vez me parecía excesivo. Así que, para asegurarme, fui a la página web del semanario y comprobé, aturdido, que era real.

Se trata de una portada de diciembre del 2015, lanzada tras conocerse el resultado de las anteriores elecciones. ¿Por qué vuelve a compartirse ahora? Muy sencillo: si entonces se utilizó para insultar a casi 13 millones de españoles (la suma de los votantes del PP más el PSOE), ahora se usa para hacer lo propio con ocho millones.

¿Se imaginan ustedes una revista de humor que llamara «gilipollas» a los cinco millones de votantes de Unidos Podemos? A todos nos ofendería, y con muchísima razón. Escribiríamos artículos criticando la falta de sentido democrático de la publicación y exigiríamos una sonora disculpa.

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Ya estoy cansado, créanme. Cansado de hacer como si no pasara nada cada vez que en nombre del humor se desprecia a la gente por lo que piensa. ¡Cuántas veces he querido escribir algo así y yo mismo me he censurado, diciéndome: «Bueno, déjales, son tus compañeros; a fin de cuentas se dedican al humor». Esta es una de las razones por las que he callado ante chistes similares, pero les aseguro que no ha sido la más poderosa. Había en mi silencio, ante todo, algo profundamente ruin, una enorme cobardía, porque era consciente de que criticar estas cosas iba a provocar, de manera inmediata, que me llamaran facha, estómago agradecido o cualquiera de las tópicas definiciones que se usan a menudo en estos casos. Y así he ido callando, por miserable, por mezquino, por cómplice, por miedica, por temor a no parecer un chico tolerante.

Este miedo lo mando a la basura hoy mismo. Estoy encantado de ser considerado facha o "amigo del sistema" por aquellos que llaman gilipollas a millones de seres humanos simplemente porque piensan de otro modo. También ha desaparecido mi reticencia a cuestionar a compañeros de profesión, no tanto porque haya dejado de ser reticente, sino porque ellos han dejado de ser mis compañeros. Y de verdad que lo siento en el alma, pero quiero defender mi oficio, que en absoluto es el mismo que el de ellos.

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Alguien me acusará de elitista al cuestionar un humor "popular y necesario". Les aseguro que el humor popular me entusiasma; es el que desesperadamente busco cada día, a todas horas y en todo lo que hago, porque sé que es el más difícil y valioso. Por eso creo que confundir el humor popular con el escarnio es un insulto a lo popular, una falta de respeto a ese pueblo (todos nosotros) al que se pretende hacer reír.

Cuando una revista llame «gilipollas» a los votantes de Unidos Podemos, aquí estaré para defender a los insultados. Lo haré aunque nadie me lo pida, porque, aunque a muchos les está costando entenderlo, todos los votos merecen el mismo respeto.

Vaya, acaban de enviarme por whatsapp la última portada de 'El Jueves'. Vuelve a aparecer el sutilísimo insulto. Efectivamente, lo dirigen a ocho millones de personas.