LIBERTAD CONDICIONAL
La Esteban, la Campanario y los estereotipos peligrosos
La televisión a veces propaga y legitima patrones nocivos
Lucía Etxebarria
Escritora
LUCÍA ETXEBARRIA
Que alguien ingrese en un centro psiquiátrico no es ningún desdoro. No hacía falta que la ingresada lo ocultara
Quizá ustedes recuerden el programa 'Lo que necesitas es amor', que presentaba Jesús Puente, cuando el concepto «violencia de género», ni se había acuñado, y que trataba de reconciliar parejas.
La mujer acudía al plató, y allí estaba su expareja. A veces hacían coincidir parejas engañando a una de las partes, convenciéndola de que iba a otro programa: 'El juego de la oca'. La mujer decía: «es que me pegó una bofetada estando embarazada y me tiró al suelo y luego...». «Ya, querida», decía Jesús, «pero él está arrepentido, mira el vídeo que nos envía…».
Recuerdo un caso de una chica aterrada que intervino por teléfono y le explicó al presentador que el tipo la había tirado por la escalera y casi la mata. Puente miró al tipo y le dijo que tendría que mejorar su actitud. Textual.
En 1998 una mujer se negó a participar en ese programa. Su marido la acuchilló. Ella sobrevivió. Años después ese mismo hombre asesinó a su nueva novia: Susana Carrasquer.
Svetlana fue asesinada por su marido tras volver con él, porque él se lo pidió de rodillas. A Teodora, Ricardo le pidió perdón y ella lo aceptó. Semanas más tarde su cadáver apareció en el maletero de un coche. Ricardo la había matado. Ambas reconciliaciones habían tenido lugar en 'El diario de Patricia'.
Esta introducción sirve para explicar cómo la televisión a veces propaga y legitima estereotipos nocivos y peligrosos. Por ejemplo, recientemente con el culebrón Esteban-Campanario, he leído y he escuchado tamañas barbaridades como para que crea que convenga refutarlas.
La fibromialgia existe. Simplemente, de momento, no se ha podido conocer su etiología principal
En primer lugar, que alguien ingrese en un centro psiquiátrico no es un desdoro. Ni hacía falta que la ingresada se tomara tanto trabajo –al principio– en ocultarlo. Simplemente, prueba que tiene dinero para pagarlo (100 euros/día). Ojalá yo, o cualquiera de los que me leen, en las múltiples veces en las que hemos estado ansiosos o deprimidos hubiéramos podido tomarnos una cura. Una de cada cuatro personas en el mundo sufrirá una enfermedad mental a lo largo de su vida, según la OMS. No es como para tomarlo a broma.
Luego está lo de atacar a María José Campanario porque «se inventa» su enfermedad. La fibromialgia existe, no es un cuento de nadie. Simplemente, de momento, no se ha podido conocer su etiología principal. Para colmo, en muchos casos está mal tratada. A las enfermas (porque suelen ser mujeres, se sospecha que la enfermedad tenga un componente hormonal), a veces se les recetan analgésicos muy potentes contra el dolor y barbitúricos para ayudarles a dormir. Con lo que el cuadro se agrava y degenera en depresión, cuando la enferma desarrolla tolerancia y descubre que no solo le sigue doliendo, sino que además es dependiente de unas sustancias altamente adictivas.
Una de cada cuatro personas en el mundo sufrirá una enfermedad mental, según la OMS
Seguimos con la perla de «Lo de Campanario es una enfermedad, pero lo de Belén con las drogas era vicio». Pues no: la adicción es una enfermedad crónica. Que en muchos casos era prexistente al propio consumo de droga (deficiencias en ciertos neuroreceptores, por ejemplo). Es una enfermedad que presenta componentes sociales, biológicos y psicológicos entrelazados y que requiere una atención permanente y constante. Belén sería una víctima de su adicción, no una responsable.
«Belén ya está curada de sus adicciones». Pues no. Y es muy peligroso el hacernos creer que una es adicta, entra en una clínica, la tocan con una varita mágica y, ¡zas!, se cura. El ingreso en la clínica es el primer paso, pero Belén será una adicta toda la vida. Adicta en rehabilitación, puede, pero adicta. Eso quiere decir que Belén no se puede beber ni una copa de champán en Nochevieja, ni fumarse un porro una tarde. Belén padece una vulnerabilidad que responde a condiciones biológicas y psíquicas. El tipo de receptores cerebrales de Belén no son como los de otras personas, y por tanto su riesgo de recaída es muy alto.
O sea, que ni Campanario es una cuentista, ni Belén una viciosa, ni tampoco está curada. Triste que medios con el alcance para educar y para erradicar estigmas peligrosos y propios de ignorantes, no hagan sino propagar el estigma y la ignorancia. Triste que tuviera tanta razón Machado: En España, de cada diez cabezas, una piensa y nueve embisten.
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