Al contrataque

La torre de la Constitución

Artur Mas y Jordi Pujol, en la reunión de la Ejecutiva de CiU.

Artur Mas y Jordi Pujol, en la reunión de la Ejecutiva de CiU. / periodico

MANEL FUENTES

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A Rajoy le molesta la realidad. Ya nos dijo que le impide hacer lo que él querría. Y tal vez a Artur Mas le esté pasando lo mismo en este momento. Mientras a Rajoy le piden cuentas desde Europa para seguir manteniendo a flote el barco, a Mas se las exige Montoro con menos flexibilidad y peor carácter. Los dos están sobreendeudados. España ha quemado su ficticio motor inmobiliario sin tener recambio. Catalunya no se ha gestionado bien estos últimos años y está con el agua al cuello. Aparte del gran déficit fiscal existente con Catalunya que nadie quiere arreglar.

Rajoy, lejos de la épica, intenta callar y medio cumplir para que Angela Merkel le alargue el viaje sin cambiar de arriba abajo un Estado que no funciona, y Mas aviva y se apunta al sueño independentista para que los ciudadanos no solo le vean como Eduardo Manostijeras. Rajoy todavía no habla de rescate, y Mas tampoco ha pronunciado la palabra independencia.

Tres niveles de realidad

Hay, pues, tres niveles de realidad en el momento actual. El primero es el de los ciudadanos, que hartos de crisis y recortes creen que hay que cambiar la realidad y buscan la calle tras la falta de respuestas de una clase política demasiado endogámica y connivente con los grandes intereses económicos. Y aquí tocaría hablar no solo de los que salieron a la calle con estelades el 11-S en Catalunya, sino de los que ocuparon las plazas el 15-M y no dejan de organizarse. Movimientos transversales, llenos de esperanza y hartazgo, que deben ser escuchados y a los que se les deben dar respuestas satisfactorias. Sus sueños les hacen ir por delante.

En un segundo nivel está la crudeza de los números. España no crece y al conectar, tanto gobiernos del PP como del PSOE los desastres privados de bancos y cajas a la deuda pública, difícilmente podrá pagar sus facturas, y Catalunya también por su mala gestión es hoy una de las comunidades más endeudadas.

Y luego están los políticos. Tan pendientes de conseguir créditos para pagar las deudas como de gestionar sus tiempos electorales. Saben que esta crisis acaba con los gobiernos, básicamente porque nunca les contaron a los ciudadanos sus complicidades y siguen intentando protegerse entre si. ERE falsos, cajas de ahorros, estructuras a cargo del BOE para aparcar a sus amigos, pensiones vitalicias…

Veremos, pues, en qué nueva realidad nos sitúan los acontecimientos. Mas se ha apuntado al clamor de la calle, en parte instigado por él, mientras Rajoy cree que no se lo puede permitir. El tablero es de ajedrez. Pero la partida ¿es de verdad por la independencia o por las próximas elecciones? Comandar una ilusión colectiva también tiene sus riesgos.

Si no se cumplen las expectativas, Mas puede ser víctima de su incitación, y si se van cumpliendo tal vez la víctima sea su coalición. ¿Qué pasará entonces con Duran Lleida? De momento, Mas opta por poner la estrella en la partida y Rajoy se enroca levantando la torre de la Constitución. Más peones para Mas. Y también para Rajoy. Siguiente jugada.