Al contrataque

Contradicciones socialistas

Montserrat Tura aplaude a Pere Navarro tras su proclamación como candidato del PSC a la Generalitat, el pasado 30 de septiembre.

Montserrat Tura aplaude a Pere Navarro tras su proclamación como candidato del PSC a la Generalitat, el pasado 30 de septiembre. / periodico

MANEL FUENTES

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La principal contradicción del socialismo es la misma con la que convive Europa. La existencia real de fronteras. Sin una fiscalidad común ni unas condiciones laborales compartidas, el euro y el socialismo irán de crisis en crisis. La desigualdad estructural es la base del capitalismo, lo que le da sentido y negocio, y el socialismo hace demasiados años que ha desaparecido en combate ante la imposibilidad de defender a ultranza y con éxito un modelo alternativo.

Aquí los socialistas ni tienen mapa ni entienden el territorio. En Euskadi defienden la insolidaridad del concierto vasco con el resto del país sin denunciarlo en Madrid, mientras que para Catalunya no quieren ni el pacto fiscal, que sí incluía un fondo de ayuda al resto de España. Y encima bajaron los impuestos porque eso era ser «de izquierdas».

El socialismo debería defender lo público siendo muy estricto en su dimensión, pagándolo bien en los altos cargos para hacerlo competitivo frente a lo privado y controlando su sostenibilidad. Y aquí en muchos casos se ha hecho lo contrario. De vez en cuando habla de federalismo, pero nunca lo lleva a término en España. Prefiere seguir mirando de reojo al PP y seguirle a rueda. La idea de España es del PP y el PSOE, disfrazándola, la asume rezagado.

El debate en el PSC

¿Qué debería ser la España federal? Pues aquella en la que cada autonomía fuera responsable de sus ingresos y de sus gastos, y la solidaridad fuera voluntaria al gusto del que da y no solo del que recibe.

En Catalunya el debate está abierto. En el PSC, un grupo de 144 notables entre militantes y simpatizantes (ahora son más) cuestionan en un manifiesto las tres letras de las siglas de la organización. Piden que el partido funcione con primarias de verdad y listas desbloqueadas. Que la defensa de las políticas sociales se lleve a cabo de una manera realista y no utópica, sin rechazar los recortes, ya que con nuestro nivel de deuda no tenemos alternativa. La socialdemocracia, pues, debe encontrar su lugar en el capitalismo o iniciar una revolución. Y por último, piden una nueva catalanidad. Creen que el derecho a decidir, la autodeterminación o la creación de estructuras de Estado debe estar también en el nuevo PSC tras el cambio sociológico de Catalunya.

Tengo la impresión de que esperan que el partido de Pere Navarro y sus tesis se estrellen el 25-N para intentar el asalto al castillo, aunque este sector catalanista nunca ha tenido la valentía de plantear batalla en un congreso, consciente de su poco peso en el partido. Tal vez están abriendo una esperanza de futuro, pero de momento contribuyen a que en estas elecciones haya una anomalía. Tienen suficiente peso como para que el PSC no se alinee con el PP visualizando el frentismo frente a los partidos soberanistas, y suficientemente poco como para arrastrar al partido hacia posiciones claramente soberanas. Y, claro, así las cosas, el votante del PSOE (el de Felipe González) no sabe si votarles, y el socialista más catalanista, como Ernest Maragall, tampoco. Algo que ya les pasó a los votantes de su hermano Pasqual cuando lo sustituyó José Montilla.