Al contrataque

El gran burdel

Un grupo de rusos espera para participar en un acto organizado por la oposición al presidente Vladimir Putin, el sábado en Moscú.

Un grupo de rusos espera para participar en un acto organizado por la oposición al presidente Vladimir Putin, el sábado en Moscú. / AP/TJ

MANEL FUENTES

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Poco a poco vamos conociendo qué supone en la práctica esto de la globalización. Lo podría contar más bonito, pero básicamente consiste en que han convertido nuestra vida en un gran burdel donde quien está dispuesto a dar más por menos se lleva el gato al agua. Las legislaciones de los países eran un problema, es cierto, pero para las cosas económicas las constituciones se cambian de la noche a la mañana, sin aspavientos ni consultas populares. Esto es lo que hay. La tentación de hacer políticas proteccionistas también lo podría ser, pero para eso se inventaron las monedas comunes: para que la soberanía esté en el euro o en el dólar, que son menos inestables que la voluntad popular y además dependen de menos gente para organizarse.

Y así el cumplimiento de los objetivos de deuda y déficit es hoy nuestra única hoja de ruta, ya que quien gobierna el barco es el mercado financiero especulativo, que en el último año ha conseguido levantarnos 10.000 millones de euros en intereses extra de nuestra deuda, tantos como los que hemos quitado a nuestra enseñanza y nuestra sanidad. Eso sí, no lo ha hecho solo. Ha contado con la colaboración de nuestros políticos, empeñados en que asumamos las deudas de los privados y de esas ratas llamadas agencias de calificación de riesgos. Las mismas que la semana pasada la Unión Europea señalaba como juez y parte, con intereses cruzados, actuando con benevolencia con bancos que también son clientes suyos.

Así las cosas, para ver cómo sigue todo en el burdel cada día hay que estar pendiente de un sinfín de variables para intentar adivinar la que nos caerá mañana. En este nuevo orden hay vencedores y gente como nosotros, y como la historia la escriben ellos, diga lo que diga Wert, ahora tenemos que estar al caso de los países que tienen beneficios económicos y crecimiento (como China o la India), petróleo (como el mundo árabe) y otras energías de las que dependemos (como los rusos, que hoy son los que más pisos nos compran y más disfrutan de nuestras mujeres de pago). Y a eso es precisamente a lo que nos pretenden aproximar. A las democracias como Catar, a la que incluso Pep Guardiola no puso reparos, a las condiciones laborales chinas (no las del emperador Gao Ping, sino las de sus paisanos) o a las libertades que se ejercen en Rusia.

Este fin de semana, la oposición a Putin buscaba un candidato que le hiciera frente mediante una convocatoria abierta a todos para intentar captar un cierto eco mediático, lo que ha sido prácticamente silenciado por el régimen. Tomamos nota.

Libertad y conciencia

Aquí gozamos de libertad de prensa pese a los problemas económicos del sector y a la voluntad de algunos de no ejercerla y de otros de hacer una trinchera más que un periódico. Pese a todo, la tenemos. Nos podrán recortar servicios y sueldos e intentar que comprendamos el porqué, pero si para salir adelante lo que esperan es que además asumamos sus modelos y nos recortemos la conciencia, la memoria histórica y la moral, eso ya les costará un poco más. Espero.