Lluís Bou Roura, historiador: «El patrimonio histórico es lo que nos define»

Hasta mediados del siglo XX, Les Corts fue un barrio rural que empezó a cambiar con la urbanización de los años 60. Lluís Bou, historiador, lleva más de 40 años contando su continua transformación.

Patrimonio 8 Lluís Bou, en el Recinte de la Maternitat i Sant Ramon.

Patrimonio 8 Lluís Bou, en el Recinte de la Maternitat i Sant Ramon.

ANNALISA PALUMBO / BARCELONA

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Lluís Bou Roura (Barcelona, 1945) admira el Recinte de la Maternitat i Sant Ramon, uno de los mejores ejemplos del patrimonio histórico de Les Corts. En nueve libros, Bou ha reconstruido la historia del barrio. Lucha por conservar su patrimonio.

-¿Por qué Les Corts?

-Por los contactos, supongo. Mi trabajo se basa mucho en esto. Tenía muchos amigos aquí, y fue más fácil, aunque también trabajé mucho en Horta y en otros barrios. Mi pasión no es Les Corts, sino la conservación del patrimonio histórico.

-¿En qué sentido?

-Hay que investigar sobre las causas que han provocado la desaparición de algunos elementos, y también hay que educar la gente a que entienda el valor del patrimonio que tenemos. Lo que conservamos y cómo lo cuidamos es lo que nos define. Si perdemos nuestro patrimonio, perdemos nuestra historia.

-Y desde que usted empezó a trabajar en esto, ¿ha mejorado algo?

-Sí, sobre todo a partir de los años 80, con la ayuda de la Generalitat, aunque queda mucho por hacer. Los inicios fueron muy idealistas, pero también hemos conseguido cosas.

-¿Como cuáles?

-Hemos conseguido salvar una iglesia románica, la de Sant Pere de Ponts, en la comarca de la Noguera, y también hemos logrado cosas en Barcelona. Recuerdo a gente acudir a trabajar durante el fin de semana de forma totalmente voluntaria. Eso si era amor al arte. Ahora la conservación del patrimonio ha cogido otros derroteros.

-Todo cambia.

-Sí, pero ahora hay dos extremos. En algunos casos, tutelar nuestra historia requiere pasos demasiado complejos. En otros, no se lleva al cabo un estudio previo antes de actuar. Por ejemplo, en Les Corts ya no queda casi ninguna masía. Con algunas intervenciones, se han cargado el espíritu rural.

-¿Qué intervenciones?

-La urbanización de la Diagonal, que ha causado el derribo de varias masías y la partición de la finca Güell. Por no hablar de la construcción del cinturón.

-Pero todavía persiste el espíritu de barrio.

-Sí. Probablemente en el resto de la ciudad este proceso ha sido aún peor. Al fin y al cabo, Les Corts no es un barrio turístico. Y todavía hay gente que se esfuerza por conservar el tejido social. La ciudad está viva, y tiene que ir cambiando, pero también tiene que tutelar su patrimonio, su historia.

-Cambiar y conservar casi parecen dos conceptos opuestos.

- A veces hay cosas que no podemos conservar, pero sí podemos recordarlas. No se trata de no cambiar nada, sino hacerlo con un poco de criterio. Por otro lado, es mucho más barato construir cosas nuevas en vez de querer aprovechar cosas viejas con usos equivocados.

-¿Se refiere a algo en concreto?

-Sin ir más lejos, el edificio de la lavandería, en el Recinte de la Maternitat i Sant Ramon. Ahora es un archivo y no se aprecia nada de lo que era. Probablemente, utilizarlo con este fin cuesta más dinero que construir un archivo nuevo en otro sitio. Habría que utilizar los edificios que queremos conservar para funciones más cercanas a su uso original.

-¿Qué se lleva de los más de 40 años pasados estudiando Les Corts?

 

-Me he divertido mucho. Mi primer trabajo, Jardins i escultures de Les Corts, fue comisionado por el Ayuntamiento. Tuve que patearme todas las calles del barrio. Fue en 1989. Durante todos estos años, solo una cosa no ha cambiado: hoy, como entonces, la historia no da de comer.