Análisis

Un buen comienzo

ANTÓN COSTAS

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El anuncio de que el Gobierno ha solicitado apoyo para la recapitalización del sistema bancario español y la rápida respuesta del Eurogrupo es un buen comienzo para la solución de la crisis. Lo es en la medida en que identifica bien el núcleo del problema: se trata de rescatar una parte del sistema bancario español, no a España.

El pecado original español no fue el despilfarro público, como muchos quieren hacernos creer, sino el espectacular fallo del sector financiero privado. El déficit público no fue la causa de la crisis, sino su consecuencia. La deuda pública española era una de las más bajas de la eurozona. Y aun sumándole esos 100.000 millones de préstamo (aproximadamente un 10% del PIB) seguirá siéndolo.

Si el problema no es la deuda pública, la medicina no puede ser más recortes. Tiene que ser una medicina específica dirigida directamente al lugar del cuerpo económico donde está la infección tóxica. Lo expresaba muy bien la semana pasada un editorial deThe Economist, la revista económica más influyente del mundo, de tendencia liberal. Bajo el titularCómo salvar a España, decía que la solución era arreglar el sistema financiero, no continuar con más recortes.

Identificado el problema, ahora viene lo más importante: escribir la letra pequeña del acuerdo de préstamo (el memorándum). Porque, como es conocido, el diablo está en la letra pequeña. El riesgo es que de tapadillo se quiera cargar el coste del rescate bancario sobre los Presupuestos y sobre las espaldas de los ciudadanos. Es decir, la socialización de pérdidas. La negociación va a ser dura de aquí a final de mes. Pero los dos luises que negociarán -el ministroLuis de Guindosy el nuevo gobernador del Banco de España,Luis Linde- tienen bazas por jugar, especialmente si no caen en elsíndrome de Berlínde identificarse con la visión germánica de las causas de nuestros problemas.

Las condiciones deben ser impuestas a los bancos y cajas que pidan ayuda. Directivos, accionistas y prestamistas tienen que cargar con parte del coste. Ese es el buen capitalismo. El otro es el de amiguetes. Además, entre esas condiciones tiene que estar que los bancos que reciban préstamo recuperen la disposición a prestar a la economía productiva en vez de a la especulativa. Aunque para ello haya que forzarles.

Que la aplicación de esos fondos sea controlada por el FMI no lo veo una humillación, sino una garantía. Dadas las amistades peligrosas entre banqueros y políticos en nuestro país, prefiero que el control sea por gentes que no están contaminadas por esas relaciones incestuosas, como ha ocurrido hasta ahora con los matrimonios bancarios de conveniencia.

Pero, miren, ese préstamo no bastará para salir de la crisis. Es necesario que vuelva el crecimiento a la eurozona. Y para ello los que, como Alemania, pueden tirar de su demanda interna tienen que hacerlo. Si vuelve el crecimiento, la economía española puede soportar esa carga porque es competitiva, tal como muestra la buena evolución de las exportaciones de bienes y servicios. Si no, la carga de ese préstamo será insoportable. No solo para España, sino también para el euro.

La solución, en la cumbre europea de finales de mes.