¿Arde la calle?

Juancho Dumall

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Todos los diarios informan hoy con profusión de las manifestaciones estudiantiles de ayer. Muchos, como este, señalan el carácter masivo de la protesta y subrayan que los hechos violentos fueron protagonizados por una minoría que no representaba el espíritu general de la jornada. Sin embargo, los autores de las portadas se decantaron anoche por imágenes de fuego en la calle de Balmes y del asalto a una sucursal bancaria en el Paseo de Gràcia. La pregunta es: ¿son representativas esas imágenes de la protesta estudiantil contra los recortes? Rotundamente, no. Pero los periódicos, y no solo losamarillos,  y las cadenas de televisión suelen destacar las imágenes de mayor impacto. Y un contenedor ardiendo, una pedrada a un escaparate, una patada a un policía son tentaciones casi irresistibles para los medios escritos y audiovisuales.

El peligro es que el uso y abuso de esas imágenes espectaculares acabe desvirtuando la realidad. Por ejemplo, quien se asome hoy a un quiosco puede llevarse la sensación de que ayer en Barcelona se vivió una jornada caótica y violenta. Y, en cambio, no fue así. Hubo algunos incidentes aislados (los ya citados de Balmes y Paseo de Gràcia), cortes de tráfico que colapsaron el centro de la ciudad y algunas cargas policiales. Pero en absoluto fue una batalla campal, ni se registraron episodios de guerrilla urbana.

Los medios tenemos la obligación de publicar también los incidentes, aunque sean perpetrados por grupos minoritarios de reventadores. Que la protesta fue mayoritariamente pacífica no debe ocultar actos vandálicos que se descalifican por sí solos. Pero lo justo, dicho sea como reflexión en voz alta y sin ánimo de dar lecciones a nadie o de poner en cuestió la libertad de priorizar lo que cada uno estime conveniente, sería que esas imágenes o el relato de esos hechos no acapararan la información sobre unas protestas justas y legítimas en el fondo e impecables en la forma del 99% de los participantes. 

Mención aparte merecen las portadas de los medios madrileños de la derecha dura, según las cuales son el PSOE y los sindicatos los que están incendiando las calles en una siniestra estrategia de acoso al Gobierno de Rajoy. En este caso, la manipulación es doble, pues a la exageración de los incidentes violentos se suma la atribución de la autoría sin prueba alguna.  Y lo que es peor, estos medios convierten a los estudiantes en marionetas de poderes ocultos (salvo para ellos, que detectan a los socialistas al vuelo) y de paso hace invisibles las razones de la indignación.