Siempre nos quedará Madrid

Joaquín Romero

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La caída deMiguel Ángel Fernández Ordóñezarrastra inevitablemente el prestigio del Banco de España. Ahora todo el mundo se apunta a la descalificación y le atribuye en exclusiva los males de las finanzas españolas, un disparate porque es evidente que los autores de las tropelías o los errores cometidos en bancos y cajas son sus gestores, sin que eso le exculpe como regulador.

Otro tópico ampliamente repetido y asumido es la demonización de la presencia o la influencia de los políticos en las entidades financieras. Eso es cierto en algunos casos, pero no en todos.

Las cuatro mejores cajas españolas están dirigidas por gentes con pasado político.Braulio Medeles el presidente de Unicaja, resultado de la integración de varias cajas locales andaluzas que ahora está en plena fusión con Caja España-Duero. Es la cuarta en el ranking de solvencia. Tiempo atrás,Medelfue vicepresidente del Gobierno andaluz.Mario Fernández,antiguo vicepresidente del Gobierno vasco conCarlos Garaikoetxea, preside la Kutxabank, producto de la fusión de las tres cajas de ahorros más solventes de España: BBK, Kutxa y Vital, todas ellas con fuerte presencia de instituciones políticas en sus órganos de gobierno.

La tercera mentira generalizada de estos días se refiere a Catalunya, donde cunde la idea de que las equivocaciones y los desmanes se cometen fuera de aquí, preferentemente en Madrid.

La Generalitat tiene competencias --compartidas-- en la inspección de las cajas, por lo que siempre ha tenido información de lo que se cocía en ellas. Con la excusa de no perder poder de decisión financiera, los sucesivos gobiernos autonómicos han propiciado fusiones dentro del territorio a pesar de las duplicidades de redes, plantillas y clientela. Incluso hicieroncasus bellifrente a las sugerencias en sentido contrario del Banco de España y de los gobiernos españoles. El resultado está a la vista: con la excepción de La Caixa, la que no ha desaparecido está en la UVI. Pero aquí nadie se da por aludido.

En esa especie tan extendida se incluye la no interferencia de la política en la actividad bancaria, cuando sí ha existido. ¿Cómo se explica si no la extraña presencia de una caja en el capital de Port Aventura? ¿Cómo justificar que, con la crisis ya asomando por la esquina, varias cajas invirtieran en la carísima compra de la certificadora Applus+ cuando Agbar la puso en venta?

Resulta asombroso ver cómo personas consideradas serias insisten en la televisión y en la radio en esa falsa neutralidad. No quieren acordarse de que fue un gobierno de la Generalitat el que modificó la ley de cajas con el único objetivo de descabalgar de su poltrona al presidente de una de ellas. El colmo es que lo dicen incluso quienes han pasado por consejos de administración de estas entidades y conocen sus entresijos.

Aunque siempre nos quedará Madrid para echarle la culpa de todo, conviene ajustarse a los hechos, porque lo que no podemos hacer, por más méritos que hagan desde la capital, es creérnoslo. Eso sí sería grave.