El tarugo

Joaquín Romero

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Hacía muchos años que no oía esa palabra. Es como se llamaba en el argot la comisión que un laboratorio pagaba a un médico por recetar uno de sus productos. Afortunadamente, esas prácticas dejaron de ser frecuentes.

   No obstante, los médicos siguen manteniendo buena relación con las farmacéuticas porque son ellas, y no la Seguridad Social, las que les tienen al día sobre las novedades, tanto en específicos como en tratamientos. Eso establece un vínculo entre los fabricantes y quienes prescriben sus productos mucho más profesional que en otras épocas y, probablemente, más eficaz.

   El tarugo salió a colación en una conversación en la que interrogaba a un especialista sobre el papel de los médicos en los planes de reducción del gasto farmacéutico que se están aplicando.

   Los facultativos, que son los que recetan las medicinas, no tienen la más mínima participación en esas medidas. Los gestores del ministerio y de la conselleria de Salut no cuentan con ellos para nada.

   Ese distanciamiento se vuelve dramático cuando oyes hablar a la ministra de Sanidad en términos sanitarios que claramente no domina, cuando se refiere a la "desfinanciación" de medicinas para decir que serán expulsadas del sistema público o cuando alude a las célebres monodosis norteamericanas como si fueran la panacea, pero que nunca han conseguido funcionar en España, cosa que ella debería saber.

   Tradicionalmente, la relación entre los médicos y su empresa --el Estado en sus distintas facetas-- no ha sido muy buena, pero en estos momentos parece haber llegado a una situación de difícil retorno.

   Todo el esfuerzo de las administraciones se centra en disuadir a los asegurados de pasar por los centros de salud para recoger recetas y, en el caso de que lo hagan, en que paguen más al acudir a la farmacia.

   Lo más grande del asunto es que el presidente de la Organización Médica Colegial, que agrupa a todos los colegios de médicos de España, bendice las medidas anunciadas por la señoraMatoporque con ellas se acabará el "despilfarro sanitario". Pero, ¿no son ellos los que hacen las recetas? Incomprensible.