Análisis

Xenofobia y lobos solitarios

XAVIER RIUS

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Mientras la mayoría de partidos identitarios y antiinmigración europeos, como el Partido del Progreso noruego, se apresuraron a condenar los atentados perpetrados por Anders Behring Breivik, en los foros y Facebooks de extrema derecha son numerosas las opiniones que dudan de la autoría real de estos crímenes. No cuestionan que él sea el autor material, pero dudan de que haya actuado solo, dando pie a teorías conspirativas para criminalizar a la extrema derecha antiislámica que quiere salvar a Europa.

Y es que ahora habrá que ver cómo afecta este atentado a los partidos identitarios antiinmigración que tienen representación parlamentaria en una docena de países. Además, Berlusconi y sus aliados de la Liga Norte en Italia basculan entre la derecha democrática y el populismo xenófobo. Partidos que hablan de inmigración cero, de expulsiones de millones de simpapeles y de luchar contra el islam para evitar que Europa se convierta en Eurabia. Pero cuando han participado en gobiernos locales, regionales o estatales o, sencillamente, ayudado con su apoyo parlamentario a gobiernos conservadores, no han podido cumplir lo que prometían. El mismo Partido del Progreso noruego, en el que había militado el asesino, consciente de la imposibilidad de la inmigración cero, se limita a proponer que se endurezca el reagrupamiento familiar, se impida el uso del niqab en ciertos espacios públicos y se dificulte la apertura de mezquitas. Medidas que quedan muy lejos de lo que recetan desde hace años en los mítines como medicina para salvar a Europa. Y estos partidos, sobre todo en Italia, Eslovaquia y Hungría, se han servido de militantes jóvenes para hostigar a gitanos, apedrear comercios de musulmanes o arrancar el velo a chicas saliendo de clase, algo que en los países nórdicos no se da, ya que el civismo es un valor distintivo de su ciudadanía.

Después de proclamar que el islam es un peligro para Europa, que los inmigrantes son una carga que atenta contra una supuesta pureza racial y cultural que nos ha permitido vivir en un contexto superior de bienestar, ¿cómo se evita que existan militantes que se sientan desencantados al ver que la inmigración no se marcha? Esta es la dicotomía de los partidos xenófobos. Hacen unas propuestas que no podrán aplicar, ni siquiera en el caso de que gobiernen, ya que son imposibles las deportaciones masivas, y la libertad ideológica protege el derecho a practicar el islam, pero atraen y utilizan a jóvenes que reivindican la pureza racial. Entonces, ¿cómo se puede evitar que un joven que cree fervientemente en que hay que deportar a los inmigrantes y que hay que prohibir el islam, harto de que los partidos identitarios no cumplan y de que los partidos tradicionales permitan más inmigración, decida actuar como un lobo solitario con un fusil contra inmigrantes o políticos débiles?