UN PASADO SIN SOSPECHA

"Volar era su vida"

Amigos y vecinos hablan de Lubitz y lo califican de «tranquilo» y «feliz con su trabajo»

Andreas Lubitz corre la media maratón del aeropuerto de Hamburgo, en septiembre del 2013.

Andreas Lubitz corre la media maratón del aeropuerto de Hamburgo, en septiembre del 2013. / PK/

FERRAN PORTA / AGENCIAS / BERLÍN

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Si es imposible comprender la trágica acción de Andreas Lubitz más complicado se hace cuando se conocen los comentarios de amigos y vecinos sobre el carácter del copiloto, un hombre «tranquilo y afable». El comandante del avión, Patrick Sonderheimer, jamás pudo llegar a sospechar que había dejado los mandos del avión en manos de un demente.

Poco a poco, los medios alemanes y de otros países han empezado a revelar detalles de la vida, aficiones y hábitos de Lubitz, que hace apenas dos años se sacó en la escuela de Lufthansa de Bremen la titulación de piloto. Lubitz creció al lado de una pista de aterrizaje. La casa de sus padres, en la localidad de Montabaur, está a apenas 100 metros de la pista de aterrizaje del club de vuelo sin motor donde, de adolescente, hizo sus primeros pinitos como piloto. Hasta el 2003 acudió a menudo con su familia a los Alpes a practicar el vuelo sin motor.

«Andreas era un joven muy agradable, divertido y amable», dijo a la agencia de noticias AP el director del club de vuelo, Klaus Radke. Según afirmó, la última vez que lo vio fue el pasado otoño cuando acudió al club para renovar su licencia de vuelo sin motor. «Estaba muy entusiasmado con su carrera y no recuerdo haber notado nada extraño en él», añadió.

Peter Ruecker, compañero de Lubitz en el pilotaje sin motor desde hacía 10 años, aseguró por su lado a la radio RTL que el copiloto «era un joven de lo más normal. Estaba muy contento con su trabajo en Germanwings. Estaba satisfecho porque había logrado su sueño. No tenía problemas. No creo que fuera capaz de tal cosa», concluyó.Un vecino de Montabaur, localidad situada entre Fráncfort y Colonia, al noroeste de Alemania, de unos 12.000 habitantes, recordó que ser piloto «era el gran sueño» de Lubitz. «Lo persiguió con determinación y lo consiguió», manifestó al diario alemán Rhein-Zeitung.

De pocas palabras

Un amigo de Lubitz, que como el vecino prefirió no revelar su identidad, aseguró que para el copiloto «volar era su vida». Recordó que, en su caso, sí notó cierto cambio de actitud en su compañero en los últimos meses. Según dijo pasó de ser una persona afable y tranquila

-cuando iban al club a volar o al cine-, a ser una persona más bien retraída que hablaba poco. Su amigo se percató de ello sobre todo en la celebración de dos cumpleaños. «Siempre solía ser un compañero tranquilo, pero en el último año las cosas cambiaron», explicó.

Hasta el momento nada se sabe de los padres de Lubitz que, antes de conocerse las grabaciones de la caja negra que indican la trágica decisión de su hijo, acudieron con el resto de familiares de las víctimas al lugar del suceso. Lo único que se conoce es que su padre trabaja en un banco y su madre es organista de una iglesia protestante.

«No tengo palabras. No tengo ninguna explicación para esto. Conociendo a Andreas, esto es inconcebible», concluyó Ruecker, su compañero de vuelo sin motor.