El régimen de Vichy se cuela en el duelo Macron-Le Pen

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EVA CANTÓN / PARÍS

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El cuerpo a cuerpo entre Enmanuel Macron y Marine Le Pen a diez días de la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales francesas se libró este viernes en un terreno del que la candidata ultraderechista siempre intenta huir: la sombra de la Francia colaboracionista.

Acorralado por Le Pen, que avanza en los sondeos -el último, elaborado por Odoxa para 'Le Point' le otorga una intención de voto del 41% frente al 59% de Macron- el líder de En Marcha! viajó a Oradour sur Glane, un pueblo del centro del país, escenario de la mayor masacre de civiles cometida en Francia por el Ejército nazi, convertido en símbolo de la resistencia.

Fue el 10 de junio de 1944 y la ofensiva alemana acabó con la vida de 642 habitantes. Entre ellos la madre y dos hermanas de Robert Hébras, que entonces tenía 19 años y hoy guiaba a Macron entre las ruinas visibles de aquel episodio.

La visita de Macron a Orador sur Glane no tenía nada de azaroso en una campaña que ha mutado en una auténtica guerra de imágenes. Su intención era sacar el debate del terreno de la globalización en el que Le Pen ha logrado situarlo con éxito y llevarlo a la esfera de los valores republicanos y la tradición gaullista.

En definitiva, vincular a su rival con las siglas del partido que Le Pen ha borrado de la campaña, en línea con su estrategia para blanquear al Frente Nacional y alejarlo del ADN racista, xenófobo y antisemita de su padre, Jean Marie Le Pen, fundador de la formación.

EL RIESGO DE REPETIR LA HISTORIA

“No recordar es asumir el riesgo de repetir la Historia y sus errores”, dijo el exministro de Economía de François Hollande, que le dio al acto un aire de solemnidad muy presidencial.

Aunque Le Pen rompió las relaciones con su padre tras los reiterados exabruptos de corte filonazi –Jean Marie Le Pen ha sido condenado por decir que las cámaras de gas fueron un “detalle” de la Segunda Guerra Mundial- este viernes se ha topado con un nuevo caso de negacionismo.

El eurodiputado Jean-François Jalkh, histórico lepenista que iba a asumir temporalmente la presidencia del Frente Nacional para que Marine Le Pen pudiera presentarse como “la candidata de todos los franceses” ha renunciado al cargo al trascender que durante una entrevista realizada en abril del 2000, Jalkh expresó sus dudas sobre la existencia de las cámaras de gas.

El niega haber sostenido esas tesis negacionistas y ha presentado una denuncia. “Jean François Jalkh está muy afectado por la difamación de la que ha sido víctima. En la dirección de mi partido no hay gente que defienda ese tipo de tesis”, ha replicado Marine Le Pen en BFMTV.Ç

INCITACIÓN AL ODIO

Será el alcalde de Hénin-Beaumont y vicepresidente del FN, Steeve Briois, quien se ocupe de la presidencia, aunque este viernes ha trascendido que Briois y el director de campaña de Le Pen, David Rachline, están siendo investigados por unas declaraciones que pueden ser constitutivas de un delito de incitación al odio.     

El revisionismo clásico del Frente Nacional ya había irrumpido en la campaña de la primera vuelta electoral cuando Marine Le Pen negó la responsabilidad de Francia en la deportación de judíos durante el régimen de Vichy en julio de 1942.

Al pedir el voto para Macron, criticando indirectamente a quienes expresan sus dudas en el campo de la izquierda, el antiguo alcalde socialista de París, Bertrand Delanoë, se ha referido este viernes a la llegada al poder de Hitler recordando que en los años 30 en Alemania la extrema izquierda no quiso elegir entre los socialdemócratas y los nazis.

Hitler fue elegido por sufragio universal”, señaló. También el presidente François Hollande ha apelado a librar al país de los “malos vientos del nacionalismo y el repliegue”.