Venezuela queda descolocada con el viraje de su gran aliado

En clave interna, reforzará al sector más pragmático del movimiento chavista

Maduro, en un acto en Caracas, el pasado lunes.

Maduro, en un acto en Caracas, el pasado lunes.

ÁNGEL BERMÚDEZ / CARACAS

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La relación con Cuba ha sido un elemento central de la política exterior venezolana desde que en 1999 llegó Hugo Chávez al poder. La Habana se convirtió en el principal aliado político de Caracas y esta devino, además, en el mayor socio comercial de la isla, a la que provee con más de 100.000 barriles de petróleo diarios en condiciones preferenciales.

Esta alianza ha sido puesta en cuestión por el acuerdo entre los mandatarios de Cuba, Raúl Castro, y de EEUU, Barack Obama, con miras a reanudar las relaciones diplomáticas rotas hace más de medio siglo.

«El gran lema común de Cuba y Venezuela era su posición frente a EEUU, que era un factor tanto de política interna como de política exterior, pero ahora La Habana reafirma que para su transición es fundamental recomponer las relaciones con Washington, y ha negociado secretamente, sin que el Gobierno venezolano lo supiera», apunta la analista Elsa Cardozo.

Venezuela y Cuba fundaron en su día la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), una propuesta para contrarrestar un proyecto de libre comercio promovido por EEUU. «Era una relación política privilegiada que se presentaba como concertación, hasta el punto de que se hablaba de Venecuba como si se tratara de un solo país», recuerda Cardozo.

En octubre del 2007 Chávez aseguró que ambos países avanzaban hacia una confederación. «En el fondo somos un solo Gobierno. Nos hemos enlazado para más nunca separarnos», afirmó entonces el mandatario. El actual presidente, Nicolás Maduro, ha mantenido esta línea.

La relación va más allá de la retórica: Venezuela representó el 32,6% del comercio exterior de la isla en el 2013, cuando el intercambio alcanzó los 3.865 millones de euros (el 49% más que la suma de todo el comercio de la UE con La Habana), según cifras de la Comisión Europea.

Cardozo anticipa que aunque Maduro y Castro intentarán actuar como si nada hubiera ocurrido, la relación resultará afectada por la distensión entre La Habana y Washington: «Venezuela se queda sin bandera de política exterior, sin el gran enemigo. El ALBA también queda muy debilitado».

El analista y exembajador venezolano Sadio Garavini di Turno prevé que la nueva situación derive en un relativo aislamiento de Caracas en el ALBA, donde Venezuela y Cuba eran los dos países del grupo (al que también pertenecen Nicaragua, Ecuador y Bolivia) que tenían relaciones de muy bajo nivel con Washington. «El canciller de Bolivia anunció que busca una reunión entre Obama y Evo Morales. Mientras, el Gobierno de Maduro mantiene el discurso del antiimperialismo de cafetería que culpa a EEUU de todos los males», sostiene.

La correlación de fuerzas

Garavini considera que el deshielo entre Washington y La Habana afectará a la correlación de fuerzas en el Gobierno de Maduro, en el que hay una lucha de poder entre pragmáticos y radicales ideológicos. «En el chavismo ya no hay un líder único, sino un directorio de la Revolución. El acuerdo entre Obama y Castro debilitará al sector ideológico y fortalecerá al sector pragmático».

Maduro deberá maniobrar en política interna, según Cardozo. «Ha hecho algunos malabares: tuvo que felicitar a Obama cuando este anuncio el acuerdo con Cuba y, al día siguiente, criticarlo por la aprobación de las sanciones en contra de funcionarios venezolanos. Tendrá dificultades para resolver esto, sobre todo porque para este Gobierno es muy complicado disolver de un día para otro sus simpatías por Cuba. Queda como un gran vacío de identidad, de solidaridades, porque no es solo Cuba sino la región entera la que ha aplaudido lo ocurrido», apunta.