PROBLEMAS SOCIALES EN VENEZUELA

La obsesión por emigrar

Entretenido 8 Nicolás Maduro, mientras anunciaba en una emisora los cambios en el Gobierno, ayer.

Entretenido 8 Nicolás Maduro, mientras anunciaba en una emisora los cambios en el Gobierno, ayer.

ÁNGEL BERMÚDEZ / CARACAS

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Tener un plan B, una alternativa para abandonar el país, se convirtió en una obsesión para gran parte de la clase media de Venezuela desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1999. Ahorrar en divisas, estudiar idiomas, desempolvar los pasaportes de los abuelos extranjeros o inscribirse en la lotería de visados de EEUU han sido tan solo algunas de las gestiones que, disciplinadamente, miles de ciudadanos han efectuado para abrir la posibilidad de iniciar una nueva vida en otras tierras.

Hoy, los planes B se están convirtiendo en el plan A. Los venezolanos hacen las maletas en masa: el 10% tiene intención de emigrar del país y ya ha hecho al menos un trámite concreto con esa finalidad, de acuerdo con una encuesta de la consultora Datanálisis.

«Queríamos saber hasta qué punto las personas habían hecho alguna acción tendiente a concretar esa migración, aunque eso no significa que toda esa gente se vaya a ir. Hay una distancia muy grande entre indagar, buscar información y realmente tomar la decisión. Pero es un indicador muy importante que en el pasado se ubicaba en torno al 3%, lo que significa que estamos sobre el triple», advierte Luis Vicente León, director de Datanálisis, quien destaca que ese indicador nunca había subido más allá del 4%, ni siquiera durante la crisis política y económica que se vivió en el 2002 y el 2003, cuando Chávez fue expulsado del poder y el país vivió un paro petrolero.

Alta conflictividad

León apunta que la decisión de emigrar obedece a múltiples factores, pero resalta la inseguridad personal como causa fundamental.  «Todos los estratos socioeconómicos coinciden en que la inseguridad se ha agravado y cuando sumas la crisis económica, con la escasez de productos, con una inflación severa, con la pérdida de la calidad de vida, entonces el disparador puede ser la inseguridad pero está condimentada con otros factores. Este año, además, ha estado caracterizado por la alta conflictividad política, que también genera angustia y estimula el deseo de emigrar».

La inseguridad personal es precisamente el primer problema que menciona Laura Silva para explicar su presencia en la larga fila que cada mañana se forma frente al consulado de España en Caracas. Esta arquitecta de 28 años de edad, hija de padres canarios, también incluye la falta de oportunidades y la escasez.

En la misma fila del consulado, Daniel Castro, diseñador gráfico formado en EEUU, esgrime sus razones para irse: «Aquí no tengo futuro profesional ni personal. Nunca podré comprarme un piso ni un coche y a mis 30 años de edad aún tengo que vivir con mis padres».

Con esposa y dos hijos a cuestas, Alejandro Torrente, de 64 años de edad, también apuesta por establecerse en España. «Yo sé que allá voy a tener que pasar por dificultades, pero al menos no tienes el miedo de que te maten y hay la posibilidad de conseguir un trabajo o montar un negocio y tener una vejez tranquila», apunta Alejandro.

La emigración masiva -se estima que más de un millón de venezolanos ha marchado al extranjero- genera problemas adicionales, pues se trata fundamentalmente de trabajadores cualificados: el 90% de los emigrantes tiene estudios universitarios, de los cuales el 40% ha cursado algún máster y el 12% posee doctorados o posdoctorados, de acuerdo con una investigación reciente.

El sociólogo Tomás Páez, coordinador de este estudio de alcance global que indaga sobre la comunidad de venezolanos en el extranjero, advierte: «No se trata solo de un talento humano que se fue, sino de gente que está invirtiendo, que está creando empresas y riqueza en otras partes. Con ellos se va un conocimiento práctico».

Páez indica que, aparte de la inseguridad, los consultados mencionan como principales razones para haber emigrado la falta de libertades y las dificultades económicas. No en vano, en un muro próximo al consulado de España en Caracas, un grafitero dejó su lamento: «No queremos otra Cuba. Somos Venezuela».