Sin troika, llegó el escándalo

Varios casos de corrupción han sacudido al país en los últimos meses

José Sócrates, en el asiento trasero del coche en el que el domingo abandonó las dependencias judiciales, tras declarar por segundo día.

José Sócrates, en el asiento trasero del coche en el que el domingo abandonó las dependencias judiciales, tras declarar por segundo día.

A. A. M./ LISBOA

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Al contrario que en España y otros países europeos, en Portugal apenas surgieron casos de corrupción durante los peores años de la crisis y los que aparecieron fueron de escasa magnitud. Pero esta calma se ha roto desde que el país dijera adiós a la troika, el pasado mayo, y ha dado paso a una época marcada por los sobresaltos.

Primero fue la caída del Grupo Espírito Santo, un imperio familiar de enorme importancia para la economía lusa, estructurado de forma compleja a través de diferentes sociedades y con intereses en múltiples sectores, desde la banca hasta el turismo, pasando por la agroalimentación o los seguros.

La auditoría

Solo habían pasado días desde la salida de la troika del país cuando fue conocida una auditoría que alertaba de «irregularidades» en la principal sociedad del emporio. Desde entonces, a finales de mayo, la caída fue en picado y acabó por cobrarse una víctima de enjundia: el Banco Espírito Santo (BES), intervenido por el supervisor a principios de agosto debido a la identificación de pérdidas pérdidas multimillonarias.

La administración de la entidad, liderada -igual que todo el Grupo- por Ricardo Salgado, fue acusada de mala gestión. A finales de julio, Salgado se convirtió en protagonista por partida doble al ser detenido en el marco de la llamada operación Monte Branco, considerado el mayor caso de fraude fiscal y blanqueo de la historia de Portugal. En libertad bajo fianza, está acusado de utilizar una pequeña casa de compra-venta de monedas en el centro de Lisboa a través de la que se trasladaba dinero a cuentas en Suiza con el objetivo de evadir el pago de  impuestos.

El pasado 13 de noviembre fueron detenidos tres altos funcionarios del Estado por su implicación en una trama dedicada a la concesión de visados especiales a extranjeros. El escándalo le costó el puesto al ministro del Interior, Miguel Macedo, que dimitió por considerar que no reunía la autoridad suficiente para continuar en el puesto.