PULSO PoLÍTICO EN FRANCIA

Valls supera de forma ajustada el voto de confianza

Una treintena de diputados socialistas se abstienen en señal de rebeldía

Manuel Valls se dirige a la Asamblea Nacional, ayer, en París.

Manuel Valls se dirige a la Asamblea Nacional, ayer, en París.

EVA CANTÓN
PARÍS

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Al final la sangre no llegó al río y el escenario apocalíptico de la disolución parlamentaria no tendrá lugar. Aunque no logró una holgada mayoría de la Asamblea Nacional, el primer ministro francés, Manuel Valls, superó con 269 votos a favor, 244 en contra y 53 abstenciones la moción de confianza a la que ayer se sometió para reforzar la legitimidad del Gobierno tras la apresurada salida, a finales de agosto, de los tres ministros más críticos con la política económica del Ejecutivo.

Pero el dato más preocupante para Valls llega de sus propias filas. Un total de 32 diputados socialistas rebeldes optaron por la abstención, mostrando que la corriente  denominada Vive la gauche (Viva la izquierda) se hace fuerte no solo en el partido sino también en el Parlamento.

Aparentemente, el enérgico discurso de política general que pronunció Valls durante 45 minutos no logró convencerles de las bondades de la línea reformista de la que el primer ministro dijo ayer que no claudicaría. «Gobernar es resistir, gobernar es aguantar, gobernar es reformar», aseguró.

LOS DARDOS / Consciente de que el público al que tenía que seducir estaba en la izquierda, Valls se refirió a la crisis económica lanzando varios dardos. En primer lugar a Alemania, a la que reclamó «asumir sus responsabilidades» para impulsar el crecimiento  en la Unión Europea y a la que quiso dejar claro que Francia «decide ella sola» lo que tiene que hacer. Unas palabras dirigidas a quienes en la izquierda acusan al presidente, François Hollande, de someterse al dictado de Angela Merkel.

Valls hizo también algunos anuncios en materia social -la revalorización de la pensión mínima de jubilación o la rebaja de impuestos para seis millones de hogares- y se puso firme ante la patronal francesa.

«No se cuestionará la jornada laboral de 35 horas. Reformar no es reducir el salario mínimo ni suprimir el contrato indefinido. Reformar no es romper nuestro modelo social», alertó. Para terminar, situó la verdadera confrontación política entre la izquierda y la derecha, retando sin nombrarlo al expresidente Nicolas Sarkozy (que anunciará en breve su regreso a la primera línea política) a discutir «qué Francia queremos y qué que modelo de sociedad» necesita el país.