Vaivenes europeos en Siria

ELISEO OLIVERAS

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Cuatro años después de la brutal represión de las protestas democráticas de la primavera árabe en Siria por parte del régimen autoritario de Bashar el Asad y del inicio posterior de la guerra civil siria, la Unión Europea (UE) continúa paralizada y dividida sobre los pasos a seguir para acabar con el conflicto.

La llegada masiva de refugiados sirios a Europa y la inesperada intervención militar rusa para sostener a Damasco con la excusa de combatir al Estado Islámico y otros grupos yihadistas ha reactivado el interés europeo en Siria.

Pero la UE sigue careciendo de una estrategia coherente para abordar el conflicto, al igual que la persistente guerra en Irak 12 años después de la invasión anglo-norteamericana y el pulso armado suní-chií por la hegemonía en Oriente Próximo.

Los intereses particulares de los aliados occidentales -Turquía, Arabia Saudí y países del Golfo- en la guerra siria, divergentes de los objetivos de la UE y EEUU, complican aún más la salida del conflicto, en el que ninguna facción tiene capacidad militar para alzarse con la victoria.

Francia y Gran Bretaña defienden ahora una intervención militar contundente contra el Estado Islámico en Siria. Alemania aboga por una negociación diplomática que incluya a Rusia e Irán y rehúye opciones militares tras la experiencia del caos que dejó la intervención de la OTAN en Libia en el 2011.

Ni siquiera el uso de armas químicas contra la población en agosto del 2013 logró un consenso en la UE para apoyar una intervención militar contra Asad.

París se opone a cualquier negociación con Asad, pese a que sigue controlando una parte importante del territorio y cuenta con un apoyo de la población no suní, los alauís (rama del chiismo), los drusos y los cristianos.

Londres acepta que Asad pueda mantener cierto poder durante un periodo transitorio y Berlín sólo señala que Asad deberá marcharse al final porque «no puede formar parte de la solución definitiva».

El objetivo europeo de lograr un estado democrático y laico en Siria, con sus fronteras actuales, como plantea el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Walter Steinmeier, parece poco factible, ya que las principales fuerzas rebeldes defienden un estado islámico y rechazan frontalmente la democracia secular.

Europa, que había cortejado a Asad pese al carácter represivo de su régimen, comenzó a aplicar sanciones de forma escalonada en mayo del 2011 por la represión de las protestas democráticas, pero sin la suficiente contundencia para modificar la conducta del régimen.

La UE reconoció en noviembre del 2012 al Consejo Nacional Sirio como representante de la población, pero el apoyo europeo no pasó de verbal y su relevancia se diluyó a medida que ganaron peso los islamistas radicales.

Ante el fortalecimiento de esos grupos radicales (gracias al apoyo sin límites de Arabia Saudí, los países del Golfo y Turquía), Londres y París suministraron armas a los rebeldes moderados del Ejercito Libre Sirio desde finales del 2012, pese al embargo europeo aún vigente y forzaron levantarlo.

Pero muchos de esos suministros, como le ocurrió a EEUU, acabaron en manos de los radicales. La expansión del Estado Islámico en Siria en el 2014, tras su ruptura con Al-Qaeda, amplió más el peso de los extremistas.

El mito de los moderados

El mito de los rebeldes moderados en Siria, al que se aferró tanto la UE como EEUU y en el que basaron su estrategia, acabó de saltar por los aires ayer con el anuncio de Washington de que suspendía su programa de entrenamiento.

El Pentágono tuvo que reconocer públicamente que los efectivos de esas fuerzas habían quedado reducidos a «cuatro o cinco combatientes» y que buena parte de su armamento había sido entregado a los extremistas.

El rechazo a la intervención militar rusa está llevando a las cancillerías occidentales a ocultar que en los grupos rebeldes ajenos a Estado Islámico tiene una presencia dominante el Frente Islámico, que incluye a los salafistas radicales y a Al-Nusra, filial de Al-Qaeda y responsable este verano de las matanzas de drusos en la región de Idlib (noroeste).