ANÁLISIS

Unas elecciones más que griegas

Un empleado de la Bolsa de Atenas, junto a varias pantallas, el día 28.

Un empleado de la Bolsa de Atenas, junto a varias pantallas, el día 28.

ORIOL BARTOMEUS

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Las elecciones celebradas en Grecia el pasado domingo tienen fuerza para sacudir todo el escenario europeo. No solo porque la llegada al poder de Syriza pueda suponer la revisión de la política económica de los últimos cinco años, sino porque lo que ha pasado en Grecia afectará a los países europeos que tienen que pasar por las urnas a lo largo del año (empezando por el Reino Unido en mayo, y acabando por España en noviembre). La griega ha sido la primera experiencia de relieve en el seno de la izquierda, y esta tendencia no afecta solo a los griegos. Es un movimiento de alcance europeo que se ha venido observando en muchos países desde que la crisis financiera transmutó en crisis política y sistémica. Estas elecciones en Grecia han sido las primeras de una segunda ola de comicios marcados por la crisis, y por la dificultad de los socialistas para hallarle una respuesta propia.

La primera ola se produjo entre el 2009 y el 2013, marcando una tendencia común prácticamente en todos los estados de la UE: descenso de los partidos socialistas y socialdemócratas y aparición de un grupo de pequeñas formaciones 'radicales', capaces de atraer el voto descontento. En Grecia en el 2012 los socialistas del Pasok perdieron el 72% del voto, mientras que Syriza triplicaba el suyo. En Italia, el populista Movimiento 5 Estrellas ganaba ocho millones de votos en el 2013, mientras que el PD perdía tres y medio. En Portugal, entre el 2005 y el 2011 el PS perdió cerca del 40% del voto. En el 2011 en las elecciones generales en España, el PSOE alcanzaba su peor resultado en treinta años. Hasta en Alemania, donde los efectos de la crisis se hacían notar menos, los socialdemócratas del SPD conseguían el peor resultado en unas elecciones federales desde 1961.

Las elecciones griegas del 2015 pueden haber abierto una nueva etapa, definida por la posibilidad de estos partidos 'nuevos' de relevar a la 'vieja' socialdemocracia como alternativa real a las fuerzas de la derecha conservadora. Es lo que ha pasado en Atenas. Estos nuevos movimientos, nacidos hace pocos años como canalizadores del voto protesta, estarían a las puertas de convertirse en partidos de Gobierno, a caballo de la crítica a las políticas contra la crisis llevadas a cabo por casi todos los gobiernos europeos, ya fueran de derechas o de centroizquierda (por separado o en coalición).

De hecho, las elecciones griegas son la primera repercusión a nivel estatal de lo que ya pasó en las elecciones europeas del 2014. Si eso fuera cierto, su impacto no se limitaría a Grecia, sino que se extendería por todo el continente, porque en todas partes (aunque con grados diferentes) se produce el mismo fenómeno: una dramática dualización social, provocada por la incapacidad de los poderes públicos para atajar el empobrecimiento de las clases medias, y la consiguiente división entre aquellos segmentos de la sociedad que van bien y aquellos que han visto como empeoraban sus condiciones de vida, los ganadores y los perdedores de la crisis. Estos últimos buscan un refugio y un horizonte, y los partidos socialistas no han sido capaces de ofrecerles ni lo uno ni lo otro.

Entonces, el movimiento natural de la clase media precarizada ha sido dar apoyo a aquellas fuerzas que les ofrecen una alternativa (aunque parezca imposible, irrealizable y 'radical'). Este no es solo un movimiento de protesta, como parecía hace cinco años, no es un desahogo que se desvanecerá en el momento en que la situación económica se recupere. Quizás sí que lo era hace unos años, pero el estancamiento de las condiciones socioeconómicas de la mayoría de los ciudadanos europeos y la falta de respuesta de los socialistas y socialdemócratas a las políticas de austeridad de la derecha, ha mutado lo que era un grito desesperado en lo que parece una auténtica alternativa política.

MOVIMIENTO DE ELECTORES

Las elecciones griegas han demostrado que el espacio que tradicionalmente ocupaba la socialdemocracia está en el mercado a disposición de las nuevas fuerzas, que ya no actúan solamente como 'tribunos de la plebe' sino como organizaciones con potencial de convertirse en partidos de Gobierno. Es lo que puede pasar en España en unos meses, pero no es exclusivo de los países del Sur. Puede pasar en Francia, o en el Reino Unido, o hasta en Alemania. Un movimiento de electores en busca de un cobijo, ya sea en la izquierda (como Syriza o Podemos) o en fuerzas nacionalistas (el FN francés, el UKIP inglés, AfD o los islamófobos Pegida en Alemania), o en una combinación de ambos.

Todas estas nuevas organizaciones han demostrado ser capaces de atraer una parte significativa de la antigua base de voto socialista, y el caso griego nos enseña que tienen potencial para desplazar a los partidos socialistas de su posición tradicional como fuerza mayoritaria.