ELECCIONES PRESIDENCIALES EN AUSTRIA
La ultraderecha austriaca convence con el miedo económico
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico. Pasé más de cuatro años como corresponsal en Berlín. También he trabajado en Austria, Hungría, Países Bajos y Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Entre el mundo digital y la política internacional.
CARLES PLANAS BOU / BERLÍN
Refugiados, ultraderecha, terrorismo, racismo. El debate migratorio y la incipiente consolidación del nacionalismo xenófobo han acaparado los principales focos mediáticos durante el kafkiano proceso de elección presidencial que ha vivido Austria este 2016. Pero, tras 350 días de agotadora campaña electoral, el principal tema que subyace en el discurso de ambos partidos es la economía y cómo dar respuesta a la preocupación de una ciudadanía que percibe que cada vez tiene menos empoderamiento.
La economía austriaca aún sigue a años luz de los países del sur de Europa. Es el cuarto país de la Unión Europea con un mayor producto interior bruto per cápita, presenta las terceras cifras de desempleo más bajas y, a pesar de ser moderado, el crecimiento de sus finanzas es constante. Según la Cámara de Comercio austriaca, en el 2015 el país registró una mejora del 0,8% mientras que este 2016 será del 1,5%. ¿Cómo se entiende entonces tal preocupación? “Se trata más de un miedo que de una realidad. Austria es una economía próspera y no ha sufrido el impacto de la crisis como otros países de la UE, pero el temor a perder el trabajo sigue ahí”, asegura el economista y profesor de la Escuela de Negocios Lauder de Viena Robert Braun. Eso hace que, según una encuesta reciente, tan solo el 23% de los austriacos crean en un mejor futuro.
Pero no todas las cifras son buenas. A pesar de que se han incrementado los salarios, no todos los ciudadanos se han beneficiado de la medida. La ocupación ha crecido, pero también las cifras de desempleo, algo que el propio canciller socialdemócrata (SPÖ) Christian Kern ha atribuido en parte a la llegada de trabajadores europeos cualificados, claudicando así a la retórica del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). La desigualdad ha crecido ligeramente y entre un 6% y un 8% de los trabajadores viven en riesgo de pobreza. Austria es también el quinto país comunitario con una mayor inflación durante el 2015, del 0,8%, un aumento del precio de los bienes de consumo que ha podido perjudicar a las clases más bajas, de las que se nutre el populismo xenófobo.
CHIVO EXPIATORIO
“Otra vez se rompe el mito de que el ultranacionalismo autoritario se impone en países víctimas de la crisis económica”, asegura el historiador Xavier Casals. Aunque la república transalpina sigue siendo un ejemplo de prosperidad en Europa, el FPÖ ha sabido amplificar sus fallos para captar al electorado. A diferencia de Polonia y Hungría, Austria sí se ha visto sacudida por la llegada de los refugiados y, con más de 90.000 casos, se ha convertido en el país con un mayor número de aplicaciones de asilo per cápita. Eso ha permitido a los populistas tener un chivo expiatorio al que culpar exacerbando un nacionalismo xenófobo ya muy arraigado en el país que predica que “el trabajo austriaco es para los austríacos”. Así se entiende que el 69% de sus votantes teman el impacto de la globalización en sus bolsillos. “La inmigración es otra consecuencia de este mundo interconectado. Aceptamos móviles fabricados en África y Asia, pero no a sus refugiados”, asegura Braun.
A pesar de proponer políticas muy diversas y de que el FPÖ apuesta por el liberalismo económico, el hecho de que populistas y verdes hayan llegado a la segunda ronda electoral de las presidenciales evidencia el cada vez más notorio declive del SPÖ y de los conservadores (ÖVP). “Austria ha caído en la trampa de Viktor Orbán, el centroderecha está legitimando a la ultraderecha porque quiere recuperar los votos perdidos al precio que sea”, añade Braun, de nacionalidad húngara. Ambas formaciones quieren apoderarse del discurso de protección del Estado del bienestar tradicionalmente rojo desde una perspectiva alternativa y captar así el voto de los más vulnerables, la clase media y obrera. Eso les ha llevado a prometer al pueblo mantener las ayudas sociales, destinar más recursos a la creación de infraestructuras para crear ocupación y a la reducción de impuestos que asfixian a los trabajadores. La economía es el motor de fondo que mueve estas elecciones.
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