NUEVO ORDEN INTERNACIONAL

Las claves del TTIP

Una negociación en la sombra pretende establecer un acuerdo de libre comercio UE-EEUU que defienda los intereses de los inversores frente a normativas estatales

Protesta en Madrid contra el TTIP.

Protesta en Madrid contra el TTIP. / ql

EDUARDO LÓPEZ ALONSO / BARCELONA

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El TTIP, un acuerdo comercial entre la UE y EEUUacuerdo comercial UE y EEUU, se negocia en un alarde de escasa transparencia no conocido desde los años de la guerra fría. El Transatlantica Trade and Investment Partnership (TTIP) ha desatado la alarma de la izquierda europea y se ha convertido en la gran esperanza de revitalización de los grandes grupos empresariales a un lado y otro del Atlántico. En torno a 820 millones de consumidores y cerca del 60% del PIB mundial entrarán tras una larga y polémica negociación en un mismo modelo socioeconómico, un nuevo mundo. 

El precio a pagar será la independencia política. Resulta extraño que un acuerdo de libre comercio de esta relevancia se haya apartado de la agenda pública de una manera tan rotunda. Las siglas TTIP son desconocidas para las mayorías, pese a que la semilla de la reforma se plantó el 8 de julio del 2013. Ocho rondas de negociaciones y centenares de reuniones han dibujado ya buena parte de los objetivos de un acuerdo sin derecho a réplica o referéndum pero que el pasado fin de semana fue capaz de coordinar una protesta a escala europea en la calle.

MARCO LEGAL SUPRANACIONAL

El objetivo del acuerdo es establecer un marco legal supranacional que defienda los intereses de los inversores frente a normativas estatales. Un tribunal económico estaría por encima de las decisión de los parlamentos y de los sistemas judiciales de cada país. Una constitución internacional por encima de las constituciones locales aprobadas democráticamente. Un nuevo orden económico, social y político diseñado en la sombra. El PP, el PSOE, CiU o Ciudadanos apoyan el acuerdo. Podemos, ICV o CUP están en contra.

DIFERENCIAS ENTRE EEUU Y EUROPA

Tanto la UE como EEUU quieren finalizar las conversaciones antes de que acabe el mandato de Barack Obama en el 2017. El objetivo final es la reducción de aranceles, eliminar regulaciones y armonizar normativas para facilitar el comercio. A priori no parece tan alarmante. Sin embargo la izquierda europea y las organizaciones ecologistas se temen lo peor. Primero porque el alarde de falta de transparencia indica que alguna de las partes, fundamentalmente la europea, tendrá mucho que perder. Y es que la concepción del Estado es muy distinta en Europa y en EEUU y un acuerdo supranacional implicará cesión de soberanía, recorte de derechos ciudadanos frente a las empresas y la aceptación de un modelo socioeconómico estadounidense que choca de lleno con los logros del Estado del bienestar y del medio ambiente europeos. EEUU presiona a Europa con alimentos transgénicos, con 'frácking', con grandes multinacionales defensoras del 'monocultivo' industrial ante la amenaza asiática.

FAVORABLES

Frente a los críticos, que están lejos de las mesas de negociación, los favorables al acuerdo destacan las bondades de un futuro de libre circulación de mercancías y capitales. Nada se dice todavía de la libre circulación de personas. Dice Bruselas que un acuerdo fomentará las exportaciones europeas. Abrir las puertas a los productos estadounidenses beneficiará en teoría a los consumidores.

Mientras la Comisión Europea considera que la introducción de la figura del tribunal de disputas entre inversores y estados pretende encontrar el equilibrio entre los intereses de los estados y la protección de los inversores, los críticos consideran que será una herramienta para superar los sistemas jurídicos de los países, acusados por parte de las grandes compañías de defender intereses y eludir la imparcialidad.

RECHAZO DEL CONGRESO

El Pleno del Congreso rechazó este jueves la posibilidad de convocar un pleno monográfico y específico sobre las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos. El PP apoya la denominada vía rápida para el acuerdo, sin someter cualquier decisión a mecanismos de voto directo por parte de la población.