'Trumphisteria' entre los republicanos

El fenómeno Donald Trump preocupa a los republicanos y ser der candidato puede llegar a favorecer a los demócratas

Donald Trump muestra sus manos en uno de los debates de las primarias republicanas.

Donald Trump muestra sus manos en uno de los debates de las primarias republicanas. / KS

RAMÓN LOBO

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Las alarmas del Viejo Gran Partido (Great Old Party, GOP), que es como se conoce al Partido Republicano en EEUU, han saltado demasiado tarde, cuando el ciclón Trump ha llegado a las costas y amenaza con arrasar con todo. Las alternativas dentro de las primarias republicanas son dos: el senador por Tejas Ted Cruz, igual de peligroso pero mucho menos divertido, y el senador por Florida Marco Rubio, al que le faltan tablas e ideas. El único castigo para Trump es, de momento, tener que competir con dos hispanos.

Mitt Romney, candidato republicano a la Casa Blanca en 2012, saltó el jueves a la palestra para atacar con dureza a TrumpMitt RomneyTrump, al que ha calificado de fraude; no es lo más grave, también le considera un desequilibrado. El senador John McCain, rival del primer Obama, el del 'Yes we Can', advierte de que una eventual elección de Trump pondría en peligro la democracia estadounidense.

¿Por qué han tardado tanto en reaccionar los pesos pesados? ¿Por qué no presentaron un candidato de garantías? Se suponía que el caballo ganador era Jeb Bush. Si alguien hubiera escuchado a su madre, Barbara, cuando dijo que con dos Bush en la Casa Blanca ya era suficiente, quizá habría surgido una alternativa. Nadie supo interpretar el estado de ánimo del estadounidense medio. Una encuesta de la CNN de finales de año detectó un electorado enfadado y ansioso, lo que a juicio de los gurús generaba un alto grado de volatilidad.

CONEXIÓN EMOCIONAL

Una de las causas que explican el éxito de Trump es su conexión emocional con la América blanca empobrecida que está harta de Washington, un cajón de sastre en el que caben el Gobierno federal y toda la élite del poder. Trump se dirige a esas clases populares que se sienten olvidadas por la política y castigadas por la crisis. Es un caso similar al de Marine Le Pen en Francia. Su Frente Nacional es un partido xenófobo que triunfa en zonas obreras tradicionalmente favorables al Partido Comunista Francés.

No existen demasiadas opciones de descarrilar a Trump, y más ahora que parece lanzado y tocado por el aura del triunfador, algo que en EEUU cotiza alto. Queda la baza de la guerra sucia: buscarle escándalos que puedan minar su credibilidad. El problema es que esta táctica reforzaría el personaje que interpreta: el antisistema perseguido. Trump ha dicho bastantes barbaridades, incluida la 'boutade' sobre su pene, como para quedar descartado.

Univisión, el canal de televisión hispano más importante de EEUU, ha dado a conocer una investigación de Public Integrity que demuestra que dos de los mayores Comités de Acción Política (PAC) conservadores se gastaron 8,9 millones de dólares para descarrilar a Trump en el Supermartes. Se emitieron 8.500 anuncios para desacreditarle. No funcionó.

Además de Le PenTrump es también un émulo de Berlusconi (Jesús Gil en España). Se trata del mismo tipo de clown machista, faltón, demagogo y chulesco. Un amigo define a Trump como un ventilador de mierda en permanente acción. Igual que 'Il Cavaliere' proyecta lo que su público querría ser: millonario, 'celebrity', rodeado de mujeres, triunfador.

En tiempos de Bush padre y de su vicepresidente Dan Quayle, el que corrigió a un niño en una escuela para decirle que en inglés patata se escribía 'potatoe', corría por Washington un chiste: “En caso de muerte del presidente, el servicio secreto tiene orden de disparar sobre el vicepresidente”. No estoy dando ideas, pero ya se escuchan algunas barbaridades en las charlas de café y en las redes sociales.

RACISMO SIMPLÓN

El candidato republicano a la presidencia lo elegirán los delegados, que son los que ahora se asignan en los caususes y primarias. Son necesarios 1.237, la mayoría absoluta. Trump ya tiene 274, frente a los 149 de Cruz y los 82 de Rubio. En la mayoría de los e

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stados, los delegados no están obligados a votar a quien ganó. El 'establishment' del partido tendrá la opción de intentar convencerles para que voten a otro candidato. No hay precedentes.

La alergia a Trump se basa, sobre todo, en el convencimiento de que no derrotará a Hillary Clinton. Es impensable que logre el voto hispano después de sus virulentos ataques a los mexicanos, a los que tildó de violadores y narcotraficantes, el de las mujeres, a las que cosifica, o el de los negros, que rechazan su racismo simplón.

Queda la opción del tercer candidato: Michael Bloomberg, exalcalde de Nueva York. No sería el caso de Ross Perot, que en 1992 logró más del 18% del voto, pero ningún Estado. Esta vez Bloomberg podría tener a la plana mayor del partido republicano a su favor y en contra de su candidato. Es decir: todo juega a favor de Hillary Clinton.