Trump irrita al espionaje de EEUU con su actitud conciliadora con Putin
El presidente estadounidense afirma que hay que "mirar hacia delante" y trabajar "constructivamente" con Moscú sin cuestionar la acusación de ataque informático ruso durante la campaña electoral
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON
Donald Trump tuvo en Hamburgo la oportunidad de tranquilizar a la opinión pública estadounidense y cerrar parte de la brecha que le separa de sus servicios de inteligencia, pero optó por no hacerlo. En su primera reunión con Vladimir Putin, celebrada el viernes en paralelo a la cumbre del G-20, el neoyorkino abordó la injerencia del Kremlin en las pasadas elecciones estadounidenses, pero acabó aceptando las explicaciones del presidente ruso, según se desprende de sus comentarios en las redes sociales. Trump ha afirmado este domingo que es hora de “mirar hacia delante” para trabajar “constructivamente” con Rusia, unas palabras que son una bofetada en la cara de las agencias de inteligencia estadounidenses.
“Presioné con fuerza al presidente Putin en dos ocasiones sobre la interferencia rusa en nuestras elecciones”, ha escrito Trump en Twitter. “Él lo negó de forma vehemente. Yo ya he dado mi opinión”. No está claro a qué opinión se refiere. Un día antes de la reunión, el republicano volvió a arrojar dudas sobre las conclusiones de sus agencias de espionaje, que han acusado a Rusia de estar detrás de los ataques informáticos que desestabilizaron las elecciones. “Creo que fue Rusia, pero también fueron probablemente otros individuos o países”, dijo en Polonia. “Nadie lo sabe con certeza. Nadie está seguro”.
No es así como se ven las cosas en Washington. “Tengo serias dudas de que Putin escuchara de Trump lo que tiene que saber sobre el asalto a nuestras instituciones democráticas”, ha dicho John Brennan, el hombre que dirigía la CIA cuando la agencia acusó a Rusia de interferir en la campaña para beneficiar a la candidatura de Trump. Y la Casa Blanca ha tenido que reaccionar después de que Trump no refutara las palabras de Putin y Sergey Lavrov, su ministro de Exteriores, que, al término de la reunión, volvieron a negar la responsabilidad rusa y afirmaron que Trump “quedó satisfecho” con sus explicaciones.
“No es verdad”, ha dicho esta mañana su jefe de gabinete, Reince Priebus, en una entrevista con Fox News. “El presidente no se creyó para nada el desmentido de Putin”. Sus palabras sugieren, sin embargo, algo muy diferente. Si bien Trump ha afirmado que las sanciones sobre Moscú se mantendrán (“No haremos nada hasta que se resuelvan los problemas de Ucrania y Siria”), el empresario también ha explicado que discutió con Putin un plan para crear “una unidad impenetrable de ciberseguridad para prevenir el pirateo electoral y otras cosas negativas”.
INFRAESTRUCTURA NUCLEAR
Esa disposición a trabajar con el país al que se ha acusado también recientemente de lanzar ataques informáticos contra la infraestructura nuclear de EE UU ha llevado a parte de la clase política a acusar a Trump de ingenuidad. “Asociarnos con Putin en una ‘unidad de ciberseguridad’ es como asociarnos con Asad en una ‘unidad de armas químicas’”, ha respondido el senador republicano, Marco Rubio. Algo parecido ha dicho el exsecretario de Defensa, Ashton Carter. “Esto es como si el tipo que te ha robado la casa propone un grupo de trabajo contra los hurtos”.
La buena sintonía entre Trump y Putin, que ha provocado un clima de euforia en Moscú tras la tormentosa relación que presidió los últimos años del mandato de Barack Obama, dejó al menos un resultado positivo: el acuerdo de alto el fuego en Siria, una muestra de las posibilidades que se desprenden de la cooperación con Rusia. Habrá que ver si aguanta. Trump, mientras tanto, ha dedicado el domingo a lo que más le gusta: jugar al golf. Son ya 36 los días de su presidencia que ha pasado en uno de sus campos de golf, según el recuento de la CBS.
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