ENCUENTRO EN WASHINGTON
Trump a Merkel, sobre el espionaje de Obama: "Parece que al menos tenemos algo en común"
Los dos mandatarios airean sus diferencias y la tirantez de su relación en la primera visita de la cancillera a la Casa Blanca
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON
En el programa satírico ‘Saturday Night Live’, el personaje de Angela Merkel habla de Barack Obama como una adolescente enamorada. “Vino a Alemania en su última visita como presidente y yo le robé uno de sus guantes para que tuviera que volver”, decía en un 'sketch' de diciembre. La hipérbole es siempre parte de la sátira, pero el ejemplo sirve para ilustrar la privilegiada relación que mantuvieron los dos líderes más poderosos del mundo occidental. Esa química ha desaparecido desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Tras lanzarse durante meses dardos envenenados a través de los medios, ambos mandatarios han dejado patente en su primera reunión en Washington sus diferencias políticas y la frialdad que impera en la relación personal, vital para el futuro trasatlántico.
Poco después del comienzo de la visita se produjo un momento bastante revelador. Después de que Trump recibiera a Merkel con un apretón de manos a las puertas de la Casa Blanca, los fotógrafos les pidieron que repitieran el gesto en el Despacho Oval. La cancillera se inclina entonces para preguntarle: “¿Quieres que nos demos la mano?”. El presidente aparentemente la ignora y Merkel reacciona con cara de circunstancias. Ese fue el primer salvo frente a las cámaras de lo que vino después en la rueda de prensa conjunta, en la que ambos se mantuvieron firmes en sus posiciones discordantes respecto a la inmigración, los refugiados o el comercio. Casi siempre con gesto adusto, Trump repitió hasta la saciedad que Estados Unidos ha sido “tratado muy injustamente” en materia comercial.
El intercambio más ajeno al protocolo se produjo cuando un periodista alemán le preguntó al estadounidense si cree haberse equivocado al afirmar que Obama pinchó sus teléfonos de la Trump Tower, una acusación sin pruebas que ha negado categóricamente el Comité de Inteligencia del Senado. El presidente señaló entonces con la mano a Merkel y sin mirarla, dijo: “Puede que al menos tengamos algo en común". Con la broma, Trump se refería al espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que, durante el mandato de Obama, accedió a teléfonos de la cancillera, tal y como pusieron de manifiesto las revelaciones de Edward Snowden.
GASTO EN LA OTAN
Afganistán, Ucrania o el futuro de la OTAN fueron algunos de los temas abordados. Como viene haciendo últimamente, Trump reiteró su apoyo a la Alianza Atlántica, pero también dijo que los aliados “deben pagar su parte justa para costear su defensa” y se quejó de que “muchas naciones deben vastas sumas de dinero”. Merkel afirmó que su país se ha comprometido a llegar hasta ese 2% del PIB de gasto en Defensa antes del 2024, uno de los requisitos que puso el republicano en su día para acudir al rescate de los europeos en caso de una eventual agresión rusa.
Desde que británicos votaron para salir de la Unión Europea, la relación con Berlín ha adquirido todavía más importancia para la diplomacia estadounidense, necesitada de un aliado potente en Bruselas que sea capaz de garantizar la estabilidad del continente y preservar un proyecto que ha sido hasta ahora parte esencial de los intereses norteamericanos. Pero desde la llegada de Trump al poder, los cimientos de la relación se han agrietado. En Alemania no gustó nada que el estadounidense jaleara el ‘brexit’, como tampoco sus frecuentes aguijonazos contra la cancillera, a la que ha acusado de “cometer un error catastrófico” al permitir la entrada en su país de cientos de miles de refugiados.
La cancillera alemana trató de pasar página. “Siempre he dicho que es mejor hablar entre nosotros que hablar de nosotros, y nuestra conversación lo ha demostrado”, afirmó.
Pragmática y con nervios de acero, Merkel es la antítesis de Trump, extraordinariamente impulsivo y siempre imprevisible. Hace unas semanas manifestó que el veto inmigratorio del estadounidense es “injustificable”, unas palabras que alimentaron la distancia entre ambos gobiernos.
INMIGRACIÓN Y REFUGIADOS
El tema de la inmigración y los refugiados salió a colación por las preguntas de los periodistas y, aunque Merkel no quiso ahondar en la herida, las diferencias quedaron claras con las palabras de Trump. “La inmigración es un privilegio, no es un derecho, y la seguridad de nuestros ciudadanos siempre tiene que venir primero”.
Nada concreto se dijo de las negociaciones de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos, que han quedado paralizadas la llegada del republicano a la Casa Blanca. Trump es partidario de los acuerdos bilaterales y dijo que defenderá las relaciones comerciales con Alemania siempre que sean “justas y recíprocas”.
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