EN UNA CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

Trump invita al presidente palestino a la Casa Blanca

El líder estadounidense se compromete a relanzar el proceso de paz tres años después de que Obama tirara la toalla

Manifestantes palestinos golpean con zapatos un póster con la imagen de Trump durante una protesta en Hebrón (Cisjordania), el 24 de febrero.

Manifestantes palestinos golpean con zapatos un póster con la imagen de Trump durante una protesta en Hebrón (Cisjordania), el 24 de febrero. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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En la primera conversación telefónica entre ambos mandatarios, Donald Trump ha invitado al presidente palestino, Mahmud Abbás, a visitarle en la Casa Blanca y se ha comprometido a “relanzar el proceso de paz”. Esa invitación es una bocanada de oxígeno para una Autoridad Nacional Palestina que se ha sentido hasta ahora marginada por la nueva Administración y ha visto con extrema preocupación a algunas de las intenciones expresadas por el líder estadounidense. “Abbás está convencido de la seriedad del presidente Trump para alcanzar la paz y buscar un acuerdo”, ha dicho el portavoz de Abbás. La fecha del encuentro se fijará “muy pronto”, ha añadido Nabil Abu Rudeinah.

No deja de ser significativo que Trump haya tardado casi un mes y medio en hablar con Abbás, una eternidad si se tiene en cuenta que Binyamin Netanyahu estuvo en Washington a mediados de febrero y que el primer ministro israelí ha conversado con él en al menos otras dos ocasiones por teléfono. Durante aquella visita, el estadounidense hizo saltar todas las alarmas en Ramala, al sugerir que su país dejaría de insistir en la tradicional solución de los dos estadossolución de los dos estados para abrirse a otras alternativas siempre que tengan el respaldo de las partes. Para el esclerótico Gobierno palestino, que vive de la ficción de las negociaciones de paz, aquellas palabras fueron algo así como un ictus, un escenario que condenaría a sus dirigentes a la más completa irrelevancia.

NOMINACIÓN DEL EMBAJADOR

Pero ahora se vuelve a poner la rueda en marcha, tres años después de que Barack Obama claudicara en sus intentos para sentar a las partes en una mesa de negociación. Tras un arranque pletórico de promesas hacia Israel, la Administración de Trump ha puesto pausa a los planes para trasladar la embajada estadounidense a Jersusalén, consciente de que un potencial estallido de la violencia en Oriente Próximo perturbaría la agenda interna del presidente en EEUU. Lo que sí progresa adecuadamente es el proceso de nominación de David Friedman para que sea el próximo embajador de Washington en Tel-Aviv.

El antiguo abogado de Trump, quien llegó a comparar a los judíos que apoyan la creación de un Estado palestino con los colaboracionistas nazis y que preside una organización que recauda fondos para las colonias en territorio ocupado, ha superado la criba del Comité de Asuntos Exteriores del Senado y solo le falta el voto de la Cámara alta para convertirse en embajador. A pesar de la oposición de algunos demócratas, la cámara está controlada por los republicanos y no debería tener complicaciones.