CONTROVERTIDA POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADOS UNIDOS

Trump ignora los abusos de Duterte e invita al presidente filipino a la Casa Blanca

El líder estadounidense se ofrece también para reunirse con el norcoreano Kim Jung-un

Duterte ofrece un discurso durante la convención de la Liga de Concejales Filipinos en Pasay, el 8 de marzo.

Duterte ofrece un discurso durante la convención de la Liga de Concejales Filipinos en Pasay, el 8 de marzo. / periodico

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Barack Obama hizo del giro estratégico hacia el Pacífico asiático una de las prioridades de la política exterior estadounidense, pero ironías de la historia, es Donald Trump quien empieza a alterar el péndulo de la relación de Washington con la región económicamente más pujante del planeta. Tras enterrar el hacha de guerra comercial con Pekín, y anunciar el fin de la llamada “paciencia estratégica” hacia Corea del Norte, el nuevo presidente se está acercando a los viejos aliados que se distanciaron de EE UU durante la presidencia de Obama. Uno de ellos es Filipinas, a cuyo presidente acaba de invitar a la Casa Blanca. Pero hay más porque, según ha dicho en una entrevista, Trump está dispuesto a sentarse con Kim Jong-un, su archienemigo norcoreano.

La invitación se cursó durante la “conversación muy amigable” que el líder estadounidense mantuvo el domingo con Rodrigo Duterte, un dirigente con el que comparte tendencias autoritarias y predilección por los concursos de belleza. Fuera de su país, Duterte es más conocido por la campaña indiscriminada que ha lanzado contra el tráfico y consumo de drogas, una guerra salpicada de asesinatos extrajudiciales que se ha cobrado ya la vida de más de 7.000 filipinos, según las organizaciones humanitarias. “Esto no significa que no nos importen los derechos humanos, sino que el desafío de Corea del Norte es tan serio que necesitamos algún tipo cooperación de tantos socios en la región como sea posible”, ha dicho el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, para justificar la invitación.

INSULTOS

Durante el mandato de Obama, la relación con Filipinas empeoró substancialmente por las críticas de Washington a la campaña antidroga de Duterte. El mandatario filipino llegó a llamar “hijo de puta” a Obama cuando le preguntaron cómo respondería si el estadounidense sacaba a colación los abusos de sus fuerzas del orden. Pero no acabó ahí la cosa porque el antiguo alcalde de Davao, en la isla de Mindanao, también amenazó con expulsar del país a las tropas estadounidenses.

Ese escenario echaría al traste uno de los pilares de la política del Pentágono en la región, ya que poco antes de la llegada de Duterte al poder, Washington llegó a un acuerdo con Manila para restablecer la presencia permanente de sus tropas en Filipinas, un país que fue colonia estadounidense hasta 1946. El plan contemplaba su despliegue en cinco bases militares, que le servirían a EE UU para defender los intereses de sus aliados en las disputas territoriales que mantienen con China.

TAILANDIA

Ahora Trump parece dispuesto a limar asperezas con Duterte, pero también con otros regímenes poco modélicos de la región. También ha invitado a la Casa Blanca al primer ministro tailandés, Prayut Chanocha, un general marginado por Washington desde que el ejército tomara el poder en Bangkok con un golpe de estado en 2014.

Según la Casa Blanca, estas maniobras persiguen un mismo objetivo, buscar aliados contra Corea del Norte, pero también en este sentido Trump está rompiendo con los usos de la diplomacia estadounidense. En una entrevista ha declarado que estaría “honrado” de reunirse con Kim Jong-un si se dan las circunstancias apropiadas. “Si fuera apropiado reunirme con él, lo haría sin dudarlo, estaría honrado de hacerlo”, ha declarado a Bloomberg. Esas palabras sugieren que, además del palo, su Admnistración parece dispuesta a utilizar la zanahoria para resolver el contencioso con Pyongyang.