Trump deja muchas dudas sobre sus conflictos de intereses

El presidente electo anuncia una batería de medidas para separar sus negocios de sus responsabilidades públicas

Donald Trump

Donald Trump / MS/TC

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Donald Trump no venderá su imperio empresarial ni colocará sus activos en un fondo ciego a cargo de un gestor independiente y sin relación con su familia, como ha sido la norma entre sus predecesores. En su lugar, el presidente electo de Estados Unidos anunció que dejará sus empresas a cargo de sus dos hijos varones y uno de los ejecutivos de la Trump Organization. El magnate se comprometió además a no cerrar ningún acuerdo empresarial en el extranjero durante la duración de su presidencia y a donar al Tesoro estadounidense los ingresos que sus hoteles generen de funcionarios y gobiernos foráneos. En el mercado nacional, sus empresas sí podrán hacer negocios siempre que sean aprobados por un experto en conflictos de intereses que nombrará próximamente.

Los planes anunciados por Trump durante la rueda de prensa en Nueva York dejan muchas preguntas en el aire y han decepcionado a los expertos en la materia. Y es que, al mantener el control sobre su imperio empresarial, su Administración acabará tomando medidas que directa o indirectamente afectarán a las compañías que mantienen relación con las suyas, por ejemplo, si opta por desregular los servicios financieros, lo que podría beneficiar a los bancos con los que tiene contraídas deudas millonarias. “Está poniendo las bases para enfrentarse a una crisis constitucional desde el primer día", le ha dicho al 'The New York Times', Norman Eisen, quien sirvió como asesor en cuestiones éticas para la Administración Obama. “Esto es una invitación para el escándalo y la corrupción. El dinero extranjero va a fluir por estas grietas”.

PROHIBIDO RECIBIR EMOLUMENTOS

Una de las abogadas de Trump, que se encargó de presentar las medidas, explicó también que la cláusula constitucional que prohíbe al presidente recibir emolumentos de funcionarios y gobiernos extranjeros no sería aplicable a negocios como sus hoteles porque no es así como lo habrían concebido los Padres Fundadores. “Pagar una habitación no es un emolumento”, dijo Sheri Dillon. Pero esa asunción está llamada a generar mucho debate entre los expertos constitucionales, porque como ya se han apresurado a afirmar algunos, Trump se estará enriqueciendo con el dinero de Estados extranjeros, por más que después acabe donándolo.

Desde que ganó las elecciones, su hotel en Washington se ha convertido en uno de los puntos de peregrinación de los diplomáticos en la capital para organizar eventos o alojarse en la ciudad, con la supuesta intención de acercarse al entorno del presidente. De ese modo, están dejando un dinero en sus arcas que, en función de cómo se acabe interpretando la cláusula, podría ser una vulneración de la ley.