Trump y Clinton, 100 días de lucha

Los candidatos a la Casa Blanca, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton.

Los candidatos a la Casa Blanca, el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Lo que se ha visto hasta ahora en la campaña electoral de Estados Unidos, y se ha visto mucho, no ha sido nada. Al menos, en comparación con lo que se avecina. Quedan 100 días para que el país decida, el 8 de noviembre, su presidente. Y el duelo entre Hillary Clinton Donald Trump -entre una política tan consumada como polarizante y un provocador outsider curtido en los negocios y en la televisión realidad pero sin experiencia política- entra en una nueva fase, tan impredecible como las que la han precedido.

Habrá que esperar para ver si la convención demócrata, que cerró el viernes en Filadelfia, ha dado a Clinton el tradicional impulso que se saca de estas cumbres y que a Donald Trump le hizo subir entre tres y cuatro puntos en las encuestas tras la reunión de los republicanos en Cleveland. Y ese empujón -predecible ante una convención mucho más efectiva- será como agua de mayo para el campo de Clinton: aunque numerosos análisis la sitúan como clara favorita y sondeos como uno publicado el sábado y realizado online tras la convención demócrata le dan una cómoda ventaja de 15 puntos sobre Trump, la media de las encuestas que mantiene la web Real Clear Politics mostraba este sábado una situación mucho más tensa: Clinton 43,7%, Trump 43.3%. Cuatro décimas para sudar.

BATALLA SOBRE EL TERRENO

El inicio de la nueva fase ejemplifica varias de las claves de los próximos 100 días. Clinton y su número dos, Tim Kaine, se quedaron tras la convención haciendo campaña en Pensilvania, un estado que los demócratas no pierden desde 1992 pero que ahora saben en juego, como tantos otros del cinturón industrial del Midwest donde el mensaje de Trump ha calado, especialmente entre votantes blancos de clase trabajadora.

El candidato republicano, por su parte, hizo campaña en Colorado, otro de los estados que pueden ser determinantes. “Si (los demócratas) creen que lo tienen (ganado) están fumando algo”, ha advertido sin ahorrar colorismo Paul Manafort, su jefe de campaña. Y plantar cara a Clinton incluso en estados donde es favorita forma parte del plan del equipo de Trump, que obligará así a su rival a invertir esfuerzos y fondos que de otro modo dedicaría a territorios más disputados.

ESTRATEGIAS Y MENSAJES DIVERGENTES

Expertos como Russ Schriefer, un estratega republicano, anticipan dos estrategias divergentes. En el campo de Clinton, una "carrera tradicional" que incluirá “desarrollar un plan de juego, hacer trabajo de análitica y datos, usar anuncios, dar discursos políticos y mantener encuentros con grupos de interés que puedan sumar a tu coalición”, ha explicado en The Washington Post. En el de Trump, algo muy distinto: “hacer grandes mítines y tuitear”.

Por si alguien se tomaba este último punto a broma, Schriefer ha señalado que lo plantea “sin reír”, y no cabe duda de que hasta ahora el manejo de Trump de las redes sociales ha sido un arma efectiva para él.

El mensaje también divergente que lanzan los dos candidatos es evidente y ha salido reforzado de las dos convenciones: Trump sigue propagando su visión de EEUU como un país que necesita ser “grande otra vez” y reinstaurar “la ley y el orden” mientras que Clinton plantea una visión más optimista (aunque asumiendo que hay retos y dificultades) y poniendo buena parte del foco en definir a Trump como una amenaza para la democracia.

Contando con el compromiso personal de Barack Obama en la campaña, con mejor organización y un apoyo más consolidado de grandes donantesClinton se plantea de entrada como la candidata con más fuerza. Pero no le faltan sus retos internos ni otros puntos débiles que puede explotar Trump.

LOS TRATADOS DE COMERCIO

No hay posiblemente un tema que demuestre más esos retos que el del comercio. Buena parte de los seguidores de Bernie Sanders, el rival de Clinton en las primarias que ha creado un movimiento en el ala más progresista del partido, expresan su descontento por no haber conseguido incluir en la plataforma demócrata un rechazo frontal al TPP, el pacto comercial alcanzado con 11 naciones de Asia y el Pacífico. Clinton, que en su día lo definió como el “patrón oro” de este tipo de acuerdos, solo ha llegado a decir ahora que no puede aceptarlo como está redactado. Y no será suficiente para contrarrestar a Trump.

Hasta un antiguo asesor económico del vicepresidente Joe Biden, Jared Bernstein, ha dicho que en comercio el candidato republicano "es formidable. Habla de algo real y está apuntando a cosas a las que apuntaba gente de la izquierda”. Cala su mensaje de que “esta ola de globalización ha borrado nuestra clase media”. Y eso explica en parte que en sondeos que preguntan en quién se confía más para la economía Trump lleve ventajas considerables de cinco y hasta ocho puntos. Si se analiza solo la opinión de blancos de clase trabajadora, esa superioridad crece hasta el 32%.

El plan económico de Clinton es, indiscutiblemente, mucho más elaborado y detallado que el de Trump, pero presentarlo es un reto porque, como ha dicho uno de sus asesores, “no conviene estar en una pelea de cuchillos con una calculadora en la mano”.

La lucha va a ser de alto voltaje mucho antes de llegar al primer debate cara a cara el 26 de septiembre. En un acto de Trump en Colorado Springs, cuando empezaron los ya habituales gritos que piden encarcelar a Clinton, el republicano les dijo a sus seguidores: “Empiezo a estar de acuerdo con vosotros. Me estoy quitando los guantes”. ¿Los llevaba puestos?