Un Trump conciliador modera algunas de sus propuestas de campaña

Una contraria a Trump muestra su enojo por los resultados de las elecciones de EEUU en Portland.

Una contraria a Trump muestra su enojo por los resultados de las elecciones de EEUU en Portland. / AP / MARK GRAVES

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Del Donald Trump candidato al Donald Trump presidente electo hay un mundo de distancia. Al menos, de momento. En las dos primeras entrevistas que ha concedido desde que el martes obtuvo la mayoría en el colegio electoral, Trump ha vuelto a mostrar el tono conciliador y suavizado que ya dejó ver en su discurso de victoria y en el encuentro que mantuvo el jueves con el presidente, Barack Obama. Y aunque no reniega de la incendiaria retórica que fue su seña de identidad en la campaña ("no, gané", le ha dicho a The Wall Street Journal cuando se le ha preguntado si fue demasiado lejos), admite que las cosas "son distintas ahora". Para él lo son no solo en el tono, sino también en propuestas políticas, aunque eso no ha impedido que por cuarto día consecutivo miles de personas vuelvan a manifestarse en ciudades de todo el país protestando y rechazando su elección. 

Tanto en la entrevista que ofreció el viernes al Journal como en otra al programa 60 minutes de CBS que se emite este domingo y de la que se han visto algunos avances, Trump ha dejado la puerta abierta a mantener al menos dos de las provisiones de la reforma sanitaria, la ley conocida como Obamacare, que desde que fue aprobada en 2010 ha sido diana de la furia republicana y que él había prometido repetidamente "revocar y reemplazar". Se trata, en concreto, de la provisión que impide a las aseguradoras negar cobertura a gente que tenga condiciones médicas previas y de otra que permite a los jóvenes estar cubiertos por los seguros de sus padres hasta los 26 años. "Me gustan mucho", ha llegado a decir Trump, que explica su conversión tras escuchar del propio Obama la defensa de esas provisiones. 

HALAGOS A CLINTON

Si ese cambio puede desencantar a algunos de sus votantes y a políticos republicanos tanto o más puede hacerlo el giro aparentemente radical que Trump ha dado en su acoso a la que fue su rival en las elecciones, Hillary Clinton. En un paso inédito en la política estadounidense, el ahora presidente electo prometió en uno de los debates nombrar un fiscal especial para que la investigara y en sus mítines y hasta en la convención no acalló sino que arengó los gritos que clamaban por encarcelar a la candidata demócrata. Pero a preguntas del Journal sobre el fiscal especial ha contestado con evasivas ("no lo he pensado mucho porque quiero resolver sanidad, empleo, control de la frontera, reforma fiscal"). Y en CBS no ha ahorrado elogios para su oponente y su esposo, el expresidente Bill Clinton. Hablando de las llamadas que recibió de los dos tras su victoria, ha dicho que Hillary Clinton "no podía haber sido más agradable" y ha asegurado también que son "una familia de talento", de la que no descarta pedir consejo en su presidencia.

No ha sido solo Trump quien ha empezado a poner en barbecho algunas de las propuestas más llamativas que ha hecho a los largo de los últimos 15 meses. Lo han hecho también algunos de sus más fieles escuderos de campaña y potenciales miembros de su Administración, como Newt Gingrich o Rudy Giuliani. El que fuera presidente de la Cámara de Representantes ha dejado caer que la repetida promesa de construir un muro en la frontera que debería pagar México fue "un gran recurso de campaña" y el exalcalde neoyorquino, aunque ha garantizado que ese muro se acabará construyendo, también ha matizado ahora que "va a llevar un tiempo".  Otros han minimizado también como "conversación de campaña" propuestas incendiarias y potencialmente ilegales como resucitar el uso de técnicas de tortura como el ahogo simulado.

Lo que las protestas en las calles indican es que miles de personas, de momento, no creen en la sinceridad de ese cambio de tono o de discurso. "No es mi presidente" es el grito que sigue escuchándose de Nueva York a Dallas, de Miami a Oakland o de Washington DC a Portland, el único sitio donde ha habido incidentes violentos destacables y donde el viernes por la noche un manifestante resultó herido de bala.