VUELCO EN EEUU

Tres edificios de lujo de Nueva York retiran el nombre de Trump de su fachada

El atrincheramiento del presidente electo en su torre de Manhattan incomoda a los vecinos de la Quinta Avenida

centro electoral instalado en Trump Place  en el 180 de Riverside Boulevard  en Manhattan

centro electoral instalado en Trump Place en el 180 de Riverside Boulevard en Manhattan / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Por una parte, el apellido Trump pierde lustre como sinónimo de cierto estatus en Nueva York. Por otra, ha sumado un nuevo destino turístico y un quebradero de seguridad a una ciudad donde no escasean ni lo uno ni lo otro. Y parece ajustado a una carrera en buena parte construida sobre las propiedades inmobiliarias que esta división, una de las muchas que plantea el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, se viva ahora en el terreno del ladrillo.

Esta semana tres edificios que hasta ahora estaban bautizados como parte del complejo Trump Place han perdido esa denominación. Han pasado a ser, simplemente, el 140, el 160 y el 180 de Riverside Boulevard, tres de las torres de rascacielos con apartamentos de lujo que se asoman al río Hudson en el Upper West Side. Y aunque algunos de los inquilinos de los 1.325 apartamentos que iniciaron una petición 'on line' para perder el nombre de Trump han celebrado la retirada de esas cinco letras como una victoria, Sam Zell, el presidente de la empresa propietaria y gestora de los edificios, Equity Residential, ha asegurado que "los inquilinos no han jugado ningún papel".

La decisión, asegura Zell, ha sido alcanzada "de mutuo acuerdo" con la Trump Organization, que daba la licencia de uso del apellido Trump en estos tres edificios que el empresario levantó como parte de un complejo de siete en los años 90 con dinero de inversores de Hong Kong pero que vendió en el 2005. Y aunque una de las portavoces de Equity Residential ha dado una versión algo distinta asegurando que "se han considerado varios temas, incluyendo las opiniones de los vecinos", el resultado final es el mismo: un cambio con "el propósito de crear una identidad más neutral para los edificios que atraiga a residentes actuales y futuros".

Esa neutralidad será bienvenida no solo por quienes demandaron el cambio pidiendo no ver cada día el nombre de alguien a quien criticaban por sus insultos y su discurso xenófobo, racista y machista. Cuando el día de las elecciones EL PERIÓDICO se acercó hasta el centro de votaciones en el número 180, una residente que sí apoyaba a Trump (y le había votado) contaba que no había podido vender su piso porque un potencial comprador no quería vivir en un edificio con ese nombre. Quizá ahora pueda vender. 

CAOS EN LA QUINTA AVENIDA

Unos huyen del apellido Trump, pero para otros es ahora sinónimo de fenómeno. Entre ellos, los cientos de turistas que, cada día, han sumado a su peregrinaje por enclaves neoyorquinos la Torre Trump en la Quinta Avenida, la misma donde acaban las manifestaciones de protesta, donde el lobi tiene que estar por ley abierto al público y donde Trump no solo tiene su residencia, sino también su muy transitada oficina de transición.

Esa combinación ha creado cierto caos. Con algunas calles cortadas o valladas y fuerte vigilancia policial (hasta el espacio aéreo sobre la torre se ha calificado de "defensa nacional" y cerrado hasta el 21 de enero), se hace difícil transitar cerca del rascacielos junto al Central Park, un quebradero de cabeza para vecinos de lujo como la joyería Tiffany's o para comercios como Gucci, que tiene uno de sus locales dentro de la Torre.