POLÉMICA EN EEUU POR LA VIOLENCIA RACISTA

Tormenta política en Nueva York tras el asesinato de dos policías

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Las imágenes no podían ser más reveladoras. Cuando el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, acudió el sábado al hospital al que fueron trasladaron los cuerpos de los dos policías asesinados horas antes por un hombre negro a sangre fría, los compañeros de los agentes le hicieron el paseíllo dándole la espalda. De Blasio avanzó en silencio por la sala ante un muro de coronillas sin que nadie se dignara a mirarle. Ese fue uno de los gestos utilizados por la policía de la ciudad para mostrar su indignación con el alcalde, dos semanas después de que este pusiera implícitamente en duda el rigor profesional de las fuerzas del orden a su cargo.

La tensión se ha disparado después de que un hombre de 28 años matara a quemarropa a Wenjian Liu Rafael Ramos, dos agentes que patrullaban un barrio de BrooklynIsmaaiyil Brinsley se acercó a su coche, parado junto a un edificio de viviendas de protección oficial, y les descerrajó varios disparos sin darles tiempo a responder. Más tarde el asesino, que tenía antecedentes penales y posiblemente algún trastorno psicológico, según reconoció él mismo ante un juez, se suicidó en una parada de metro cuando la policía le pisaba los talones. «Mucha gente tiene sangre en las manos y esa sangre empieza en las escaleras del Ayuntamiento, en el despacho del alcalde», dijo ayer el presidente de una asociación policial.

Pasos en Instagram

Brinsley había telegrafiado sus pasos en Instragram, dando a entender que se disponía a actuar en represalia por la muerte de Eric Gardner, un hombre negro que fue estrangulado por policías blancos en Long Island cuando vendía cigarrillos sueltos en la calle, un episodio que unido a aquella otra muerte del joven Michael Brown, reabrió el debate sobre la brutalidad policial y la discriminación racial imperante en algunos departamentos. «Ellos acabaron con uno de los nuestros, acabemos con dos de ellos», escribió Brinsley que, unas horas antes de cometer el crimen en Nueva York, hirió a su exnovia en la ciudad de Baltimore (Maryland).

Fue en medio de esa polémica, y las protestas que se desataron en todo el país después de que dos jurados populares exoneraran a los agentes que mataron a Brown y Gardner, cuando el alcalde de Nueva York pronunció las palabras que ahora le persiguen. De Blasio, casado con una afroamericana y padre de dos hijos mulatos, reconoció en una entrevista que varias veces les ha dicho a sus hijos que «tengan mucho cuidado en sus encuentros con la policía» y eviten hacer cualquier movimiento en falso.

«Las palabras de De Blasio han dado licencia a los activistas antipoliciales y a los matones a atacar a la policía», decía ayer al New York Post un oficial retirado, expresando el sentir dentro del departamento de policía. En medio de este ambiente enrarecido, De Blasio ofreció sus condolencias a las familias de las víctimas el pasado sábado por la noche en el hospital donde los agentes le dieron la espalda.

«El asesinato de un policía resquebraja los fundamentos de nuestra sociedad. Es un ataque a todos nosotros», dijo entre lágrimas. Pero incluso entonces le interrumpieron. «Se ha abierto la veda contra nosotros», le gritó alguien desde el público.