LAS CONSECUENCIAS
Todos con Cristina
La presidenta remonta su popularidad tras convertir el enfrentamiento con el juez en una cuestión patriota
«Ayer Braden o Perón. Hoy Griesa o Cristina». Los carteles se estamparon en las paredes de Buenos Aires como un remedo de viejas encrucijadas. En 1946, Juan Domingo Perón ganó los comicios presidenciales en medio de una batalla personal con el embajador de EEUU en Argentina, Spruille Braden. El diplomático no se inclinaba por las sutilezas: durante la campaña electoral había divulgado el Libro azul. En sus páginas se acusaba al ascendente coronel de simpatizar con los nazis. Perón le respondió con el Libro azul y blanco, los colores de la bandera, y una consigna que interpeló a parte de los argentinos: debían elegir en las urnas entre él y el diplomático que, se sugería, manejaba a la oposición como marionetas.
Sesenta y ocho años más tarde, la consigna recuerda que la pelea con Washington no ha cesado y se ahora dirime entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y Thomas Griesa, el juez de Nueva York que ha fallado sistemáticamente a favor de los fondos especulativos conocidos con el nombre de un ave rapaz: buitres. El enfrentamiento ha tocado fibras sensibles en parte de la sociedad. La popularidad de Fernández de Kirchner ha vuelto a crecer al calor de sus fogosos discursos. Esto sucede cuando se había convertido en un lugar común de los analistas señalar que los niveles de aceptación de la presidenta habían sido devorados por la inflación, la recesión y el escándalo de corrupción en el que está envuelto su vicepresidente, Amado Boudou.
Testigo del declive
En el mejor de los casos, a Fernández de Kirchner solo le quedaba habitar hasta diciembre del 2015 la sede del Poder Ejecutivo como testigo impasible de su declive. Pero ocurrió lo inesperado. El periodista Luis Majul, autor de El dueño, historia secreta de Néstor Kirchner y Él y Ella, dos libros con los que ha buscado afanosamente corroer el mito kirchnerista, ha reconocido que la presidenta «está ganando la batalla semántica contra los fondos buitre». En una columna publicada en el diario económico El Cronista, Majul asegura que el Gobierno ha malvinizado el litigio con los fondos especulativos. En 1982, una dictadura militar acorralada decidió fugarse hacia adelante y ocupó las Malvinas. Hubo una guerra. Murieron casi 700 soldados argentinos y el país quedó más lejos que nunca de negociar con Londres el problema de la soberanía de las islas.
«Cristina se ha crecido en esto como [el general Leopoldo] Galtieri en Malvinas», dijo la diputada de centroderecha Elisa Carrió. Ernesto Alonso, el presidente de la Comisión Nacional de excombatientes de las Malvinas, rechazó la analogía por banal y acusó a la legisladora de aliarse con los fondos especulativos. La prolífica publicidad del Gobierno subraya, en tanto, que no hay muchas alternativas: se está con el país o con los rapaces.
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