REUNIÓN DEL G-20 EN ALEMANIA

Tillerson pide a Rusia que cumpla los acuerdos de Minsk para pacificar Ucrania

En su primer encuentro internacional, el jefe de la diplomacia estadounidense tiende la mano a cooperar con Moscú en la guerra contra el Estado Islámico

Tillerson (izquierda) y Lavrov (derecha) esperan al inicio de una reunión en Bonn, este jueves.

Tillerson (izquierda) y Lavrov (derecha) esperan al inicio de una reunión en Bonn, este jueves. / periodico

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Todos los flases estaban pendientes de él. El nuevo y controvertido secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, representante de una nueva diplomacia 'trumpiana' que sigue siendo una incógnita, se ha convertido en el principal centro de atención de la reunión de ministros de Exteriores del G-20 que acoge desde el jueves hasta el domingo la ciudad alemana de Bonn. En su primera toma de contacto con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, Tillerson ha tendido la mano a Moscú. “Mientras buscamos un punto de encuentro, esperamos que Rusia haga honor a su compromiso con los acuerdos de Minsk y trabaje para reducir la violencia en Ucrania”, ha remarcado.

Consciente de la complejidad del conflicto ruso-ucraniano, el expresidente del gigante petrolero Exxon no ha querido entrar en más detalles y ha remarcado que trabajará con Rusia “siempre que eso beneficie a los intereses de los Estados Unidos”, un principio pragmático ya repetido por el presidente estadounidense Donald Trump. En guerra desde el 2014 y con miles de muertos, el frágil acuerdo de Minsk ha sido el único tratado que ha conseguido rebajar el tono de un conflicto que sigue vivo.

Donde Tillerson y Lavrov podrán encontrar más puntos en común será en la lucha contra el terrorismo yihadista del autoproclamado Estado Islámico. Mientras que la diplomacia de Barack Obama fracasó en Siria y Rusia tomó el control de la situación alineándose con el régimen de Bashar el Asad, ahora EEUU quiere volver a sujetar las riendas de una región tan trascendental como inestable. El viernes ambos mandatarios abordarán juntos esta cuestión en un encuentro multilateral en el marco de la reunión del G-20.

Este jueves el nuevo jefe de la diplomacia estadounidense también se ha reunido con varios mandatarios del golfo Pérsico para discutir sobre la guerra en Yemen así como otros homólogos europeos, como el británico Boris Johnson.

TENSIÓN POR LA NUEVA RELACIÓN WASHINGTON-MOSCÚ

Esta primera reunión ha estado inevitablemente marcada por la nueva simpatía y peligrosa proximidad entre Washington y Moscú. Preguntado por la polémica de esta última semana, Lavrov ha insistido en que el Kremlin “no interfiere en la política doméstica de otros países”, un discurso oficial que se contradice con los informes de la inteligencia estadounidense, que afirmaron que Rusia interfirió en la campaña electoral estadounidense, o con la forzada dimisión el pasado martes del asesor de seguridad Michael Flynn tras revelarse que había hablado con el embajador ruso sobre las sanciones impuestas por la Casa Blanca antes de finalizar el mandato de Obama.

Con la visita de Tillerson a Bonn y la cumbre en Bruselas del martes, en las que el secretario de Defensa, James Mattis, se reunió con los miembros de la OTAN para revisar los lazos que forman la alianza, EEUU pone en escena una nueva política internacional basada en la visión proteccionista y euroescéptica de Trump. Como se traducirá eso sigue siendo una incógnita.

UNA NUEVA POLÍTICA INTERNACIONAL

La cumbre del G-20 que se celebra este fin de semana en Bonn, antigua capital alemana, llega en un momento especialmente tenso y crítico entre las potencias europeas y Estados Unidos después del giro hacia Rusia escenificado en la victoria de Donald Trump. Este juego a tres bandas será sin duda el equilibrio diplomático más frágil y complejo de una reunión en la que las dudas sobre si el multilateralismo seguirá vigente tras la llegada del magnate inmobiliario a la Casa Blanca también será clave. Todo esto después que esta semana se publicase el Informe de Seguridad de Múnich en el que se alerta de que, tras la desmoralización de la Unión Europea y la elección de Trump, el mundo se encamina a una era postoccidental en la que se pone fin al orden mundial dominado por las democracias liberales de Occidente.

Tillerson fue confirmado por el Senado estadounidense el pasado 1 de febrero con 56 votos a favor y 43 en contra, un resultado ajustado nunca visto en la cámara parlamentaria, lo que le ha convertido en el representante de la diplomacia norteamericana más controvertido y polarizante de la historia. Su cercanía con el presidente ruso, Vladímir Putin, al que Trump ha alabado en más de una ocasión, y su pasado como presidente de la petrolera Exxon añade aún más interrogantes sobre el nuevo tablero político mundial.