MASACRE EN ESTADOS UNIDOS

Terror y muerte en el cine

Un estudiante de 24 años mata a 12 personas y deja heridas a más de medio centenar en el estreno de 'Batman' en Denver El asesino se pintó el pelo de rojo como el personaje Jocker

Fotografía de James Holmes cedida por la Universidad.

Fotografía de James Holmes cedida por la Universidad.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Debía haber sido una noche de efectos especiales, emociones de celuloide y villanos de tebeo, pero acabó convertida en una noche de terror tan real como la vida misma. Cuando todo estaba listo para que comenzara la última entrega de Batman en unos multicines de un suburbio de Denver (Colorado), un pistolero vestido de negro y armado hasta las cejas irrumpió en la sala, lanzó un par de granadas de gas para camuflarse y comenzó a disparar indiscriminadamente. El asalto dejó 12 muertos y al menos 59 heridos, en otra tragedia más que añadir al luctuoso historial de la Segunda Enmienda, la cláusula constitucional que ampara el derecho de los ciudadanos a poseer armas de fuego.

Como contaba después de la masacre una adolescente a Reuters, algunos espectadores pensaron inicialmente que el humo y los disparos eran parte de la escenografía del estreno de El Caballero Oscuro: la leyenda que renace, que ayer llegó a las pantallas españolas. Entre el público había gente con camisetas de Batman, incluso disfrazada de alguno de sus personajes. «Pensábamos que eran solo efectos especiales porque pretendían que este fuera un estreno sonado», dijo Jordan a la agencia británica. Pero fue solo el primer espejismo. El asaltante, identificado por la policía como James Holmes, un estudiante de medicina, blanco y de 24 años, entró en la sala por la puerta de emergencia amparado por la oscuridad. Llevaba puesto un chaleco antibalas y una máscara de gas e iba armado con un fusil, una recortada y dos pistolas.

«Fue como una escena salida de un película de terror», dijo a la CNN Chris Ramos. «Se puso a disparar a todo el mundo, como si estuviera de cacería». Entre los heridos, que incluyen a un bebé de tres meses, hay varios en estado crítico.

Sin resistencia

La policía detuvo poco después a Holmes, que no opuso resistencia, en los aparcamientos del cine, el Century 16 Movie Theater, nombre que quedará grabado junto a Virginia Tech o Columbine en la lista infame de tiroteos contra civiles en EEUU. «Aunque sabemos cómo ha ocurrido y quién es responsable, puede que nunca lleguemos a comprender qué lleva a alguien a aterrorizar a sus semejantes de esta manera», dijo el presidente Barack Obama, que como su rival republicano, Mitt Romney, suspendió la campaña. «Esta violencia, esta maldad no tiene sentido. Va más allá de la comprensión», añadió.

Holmes era aparentemente una persona normal, según los primeros detalles desvelados ayer. Estudiante en la Universidad de Colorado, tenía previsto dejar la carrera. En la solicitud que rellenó el año pasado para alquilar el piso donde vivía dijo ser una persona «tranquila y afable», aunque sus vecinos lo dibujan como alguien esquivo y poco hablador.

Pero parece que había preparado al detalle su entrada en el infierno. Según la policía, que irrumpió en su piso por la ventana, Holmes podría haber dejado bombas trampa en su casa. Según otras fuentes, se pintó el pelo de rojo, «como el personaje de Jocker». Lo que ha hecho, dijo el gobernador de Colorado, John Hickenlooper, «no solo es un acto de extrema violencia, sino un acto de depravación».

Para este estado montañoso del oeste del país, llueve sobre mojado. Aquí también se produjo la matanza de Columbine, un instituto a las afueras de Denver, perpetrada por dos estudiantes de 18 y 19 años que acribillaron a 12 de sus compañeros y a un profesor antes de pegarse un tiro en la biblioteca. Estas tragedias tienden a unir al país en la desgracia y a alzar las voces de aquellos que abogan por un control más estricto de las armas de fuego. Pero superado el luto, nada cambia sustancialmente porque pocos se atreven a asumir el coste político que representa enfrentarse a los lobis de las armas, como la Asociación Nacional de Rifle, y a esa parte sustancial de la población que considera la Segunda Enmienda un derecho inalienable.

El alcalde de Nueva York, el independiente Michael Bloomberg, es de los pocos que no se calla. «Las palabras balsámicas están bien», dijo ayer a una emisora de radio. «Pero quizá es hora de que las dos personas que aspiran a ser presidente se posicionen y nos digan qué van a hacer al respecto porque es evidente que tenemos un problema en este país». «Cada día hay demasiados asesinatos con pistolas. Esto tiene que parar», añadió.

De momento todos son buenas palabras. Obama dijo que el de ayer era un día para «la oración y la reflexión», mientras Romney se mostró «profundamente entristecido». Una de las consecuencias es que el preestreno de la película ha sido suspendido en Francia.