Supervivientes describen el paso del tifón 'Haiyan' por Filipinas como "el fin del mundo"

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El supertifón 'Haiyan', uno de los más fuertes de la historia de Filipinas, ha cambiado radicalmente el paisaje de la costa de algunas islas del archipiélago, donde se calcula que ha causado más de 10.000 muertes y ha dejado un paisaje de destrucción total y en completa desesperación a los afectados. "No queda absolutamente nada en pie", ha descrito el director de la oenegé Save The Children en Filipinas, Ned Olbey.

La ciudad de Tacloban, en la provincia oriental de Leyte --donde entre el 70% y el 80% de edificios han quedado destruidos--, ha sido una de las más afectadas. Antes de la llegada del tifón, varias oengés se desplazaron a la zona pero poco pudieron hacer para ayudar a los 218.000 habitantes de la ciudad durante las más de seis horas que la tormenta azotó la ciudad. Además de enfrentarse a vientos sostenidos de más de 250 kilómetros por hora y una incesante tromba de agua, Tacloban ha tenido que soportar una subida del nivel de la marea de más de dos metros.

Tejados volando y muertos en las calles

Lynette Lim, cooperante de Save the Children, ha vivido en primera persona el caos. "La tormenta fue enorme, había ventanas estallando constantemente, tejados que salían volando, desperdicios por todas partes. En mi vida he visto nada igual", ha explicado. El edificio en el que se encontraban los trabajadores de Save the Children ha quedado parcialmente dañado, con ventanas reventadas y parte del tejado desaparecido, pero el resto de las construcciones no han corrido la misma suerte y la ciudad ha quedado "completamente arrasada".

"Cuando salimos del edificio se veían muchos cadáveres por las calles. Las familias volvían a sus casas para ver qué quedaba de ellas, pero obviamente no había nada", añade la cooperante. Por una de esas calles deambulaba una mujer embarazada de ocho meses que acababa de perder a 11 miembros de su familia, entre ellos dos hijas. "No puedo pensar ahora", decía, entre lágrimas, superada por las circunstancias. Era una de los muchos supervivientes que recorren la ciudad en busca de sus familiares y de comida. "La gente camina como zombis en busca de comida. Parece una película", describe Jenny Chu, estudiante de Medicina.

"Ha sido como el fin del mundo", añade Nancy Chang, que se encontraba en Tacloban procedente de China en viaje de negocios.

Caos y pillaje en Tacloban

Las entidades de ayuda humanitaria se enfrentan ahora a la gigantesca tarea de atender a los damnificados. "Es una situación extrema. Estamos viendo cómo el número de víctimas mortales y de heridos no para de aumentar, y eso que estamos hablando solo de la provincia de Leyte", asegura Olney. El portavoz de Save The Childen apunta que los equipos de rescate todavía no han conseguido desplegarse por completo, por lo que aun hay muchas zonas de las que no se conoce la situación real. "Ni siquiera se ha llegado a muchas de las islas pequeñas de la zona", apunta Olney, que augura que la cifra final de víctimas mortales será "bastante más de 10.000".

La caótica situación ha dado pie a que se vivan episodios de pillaje. A última hora del viernes ya había saqueos por toda la ciudad. "La gente iba a supermercados, tiendas, farmacias.... Prácticamente se llevaban todo lo que podían, porque no había ningún tipo de ley ni orden y ellos necesitaban la comida y el agua", comenta Lim. Para poner freno a esta situación, las autoridades filipinas han desplegado a decenas de soldados y policíasRestablecer el orden en Tacloban es "una de las prioridades" del Gobierno, según ha admitido el portavoz de Defensa civil, Reynaldo Balido. "La gente se ha vuelto violenta. Entran en empresas, centros comerciales, en busca de comida, de arroz, de leche (...) Temo que dentro de una semana haya personas que se maten las unas a las otras por culpa del hambre", afirma Andrew Pomeda, profesor en un instituto local.

A la espera de evacuación

En el aeropuerto de Tacloban, cerrado para vuelos comercios, solo operan tres aviones militares que intentan evacuar a los supervivientes. Aquí también se viven momentos de tensión. "Hay familias enteras con niños enfermos que suplican a los militares que les dejen subir a sus aviones para salir de la zona", explica la cooperante. En el aeropuerto se encontraba Maria Elnos, una enfermera del principal hospital de la ciudad, a la espera de ser evacuada. "He perdido mi casa. Lo he perdido todo. Quiero salir de aquí. Mis reservas de comida se acabarán en dos días", lamentaba a última hora del domingo entre cientos de personas que pugnaban por subir a uno de los tres aviones.

Alrededor de cuatro millones y medio de personas de 36 provincias de Filipinas se han visto afectadas por Haiyan, de las que unas 330.000 se encuentran en los centros de evacuación.