El suntuoso y el austero

El Papa no se aloja en el enorme palacio de Erdogan, como deseaba el presidente

Erdogan y el papa Francisco.

Erdogan y el papa Francisco.

A.M. / ESTAMBUL

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Todo estaba preparado para que el papa Francisco fuese el primer invitado en hospedarse en el llamado Palacio Blanco, la monumental residencia inaugurada recientemente para alojar al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y a su «inmenso ego», como apuntaba con sorna un columnista turco opositor.

El edificio, de unos 40.000 metros cuadrados y que cuenta con 1.000 habitaciones, ha costado unos 500 millones de euros y se ha convertido en el paradigma del despilfarro -la presidencia de la República en Turquía es un cargo más simbólico que ejecutivo- y del autoritarismo de Erdogan, ya que se ha saltado a la torera las decisiones judiciales que ordenaban parar la obra palaciega al estar situada sobre terrenos protegidos.

Erdogan pretendía dar cierto aire de legitimidad a su palacio alojando a un mandatario extranjero como el Papa, que ha hecho de la austeridad uno de las marcas de su pontificado, por ejemplo abandonando el Palacio Apostólico -aposentos habituales de sus antecesores- por la más modesta residencia de Santa Marta.

BROCHAZOS DE PINTURA

Pero las intenciones del presidente turco han topado con el protocolo vaticano: en sus viajes al extranjero, los papas -no sólo éste- acostumbran a pernoctar en las nunciaturas y vicarías (que actúan como embajadas y consulados del Vaticano) o en palacios obispales propiedad de la Iglesia católica.

Unos operarios daban ayer los últimos brochazos de pintura al muro de la vicaría Apostólica en Estambul, donde el Papa pernoctará hoy, tras hacerlo anoche en la nunciatura de Ankara, la capital.

La vicaría ocupa una manzana de un barrio céntrico pero pobre de Estambul, en el que se mezclan residentes locales de clase trabajadora y refugiados llegados de SiriaIrak y países de África. De hecho, buena parte del edificio alberga una escuela salesiana en la que los hijos de los refugiados intentan olvidar los horrores de la guerra. Es un barrio de calles grises que huele a estufas de carbón, aunque hay pintadas llenas de humor que invitan a combatir la tristeza: «Hay que hacer más el amor», está escrito en una situada frente la vicaría.

SIN "PAPAMÓVIL"

Durante los preparativos del viaje también resultó polémico decidir el vehículo que el Papa debía utilizar, ahora que ha renunciado a llevarse el "papamóvil". Según la prensa turca, Francisco I dijo que no quería un Mercedes. «Aunque el Papa no se suele interesar en cuestiones de seguridad, dejó claro que quería un vehículo simple», explica a EL PERIÓDICO una persona involucrada en la seguridad que prefiere guardar el anonimato.

Las negociaciones en este sentido fueron arduas, puesto que las autoridades turcas insistían en utilizar un vehículo de alta gama con mayor protección en caso de que se produjese un atentado. Finalmente, se optó por un Volkswagen Passat blindado. «Aún así, el Papa quería algo más modesto», asegura otra fuente de la Iglesia católica: «Pero (los turcos) son los anfitriones y le llevan y le traen adonde quieren». Por si fuera poco, le pusieron escolta ecuestre.