POLÉMICA EN AUSTRIA

La sombra de Hitler

J. M. FRAU
BERLÍN

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En la planta baja de la casa situada en el número 15 de la calle Salzburger Vorstadt, en la localidad austriaca de Braunau, hubo, a finales del siglo XIX, una taberna de la que Alois Hitler era asiduo. El 20 de abril de 1889 nació su hijo, al que llamaron Adolf, en uno de los pisos superiores. La familia Hitler, con el bebé que 50 años después llevaría al mundo al desastre de la segunda guerra mundial, vivió en la casa hasta que Adolf cumplió 3 años. Un tiempo suficiente para que tanto el edificio de tres plantas como la pequeña localidad, de algo más de 16.000 habitantes, estén estigmatizados para siempre.

La casa está vacía desde hace tres años, cuando la institución responsable de un taller para jóvenes discapacitados que tenía allí su sede decidió trasladarse a otro inmueble. Desde entonces, el debate sobre el uso que debe darse a la casa parece no tener fin. Es propiedad de una mujer, que cobra un alquiler de unos 4.700 euros mensuales que le paga el Ministerio del Interior, principal inquilino desde los tiempos de Bruno Kreiski, canciller socialdemócrata de Austria entre 1970 y 1983.

Andreas Maislinger, un historiador austriaco, lucha desde hace años para conseguir que la casa natal de Adolf Hitler se convierta en un museo que se llamaría La casa de la responsabilidad, para que estudiantes e instituciones investiguen sobre crímenes contra la Humanidad. La iniciativa cuenta con el apoyo de Branko Lustig, productor de la película La Lista de Schindler y superviviente del Holocausto, que se ha comprometido a buscar más donantes en Los Angeles, según USA Today.

Voces críticas

El alcalde de Braunau, Johannes Waidbacher, del Partido Popular Austriaco, no estaba muy de acuerdo con la idea y se preguntaba, en una entrevista con el diario austríaco Der Standard, de qué tenían que sentirse responsables en la localidad -en alusión al nombre del proyecto- en la que Hitler vivió solo tres años. Sin embargo, más recientemente, reconoció que la iniciativa no le parece «en principio, mala», según publicó el diario alemán Bild.

La ciudad es lugar de peregrinaje de grupos neonazis cada 20 de abril, fecha del nacimiento de Hitler. Uno de los empleados del taller para discapacitados que ocupó la casa asegura haber visto gente que intentaba llevarse trozos de la fachada como recuerdo. Y en Braunau está prohibido casarse el 20 de abril, para evitar iniciativas como la de un neonazi, que quería celebrar allí su boda.

Frente a la casa hay una inscripción tallada en una lápida traída desde el campo de concentración de Mauthausen que reclama: «Por la paz, la libertad y la democracia. Nunca más el fascismo. Millones de muertos nos lo recuerdan».