POLÍTICA EXTERIOR ESTADOUNIDENSE

Siria sigue esperando

El círculo presidencial admite que fue un error no armar a los primeros rebeldes que se alzaron contra Damasco

En pleno bombardeo 8Un avión ruso lanza una bomba en Siria en su campaña contra el Estado Islámico.

En pleno bombardeo 8Un avión ruso lanza una bomba en Siria en su campaña contra el Estado Islámico.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Barack Obama no es el primer presidente estadounidense ni será el último cuya política exterior se enmaraña en Oriente Próximo, pero es quien llegó a la Casa Blanca con dos guerras heredadas y la promesa no solo de poner fin a esos conflictos en Irak y Afganistán, sino de levantar el pie del pedal que durante los años de George Bush mantuvo en continuo movimiento la intervención militar. No ha habido mayor reto que Siria a esa promesa y a su apuesta por la «paciencia estratégica y la persistencia».

Atrapado entre el combate al Estado Islámico a través de una coalición internacional, la exigencia de que Bashar el Asad abandone el poder como única vía para la transición, Obama mantiene firme la decisión de no enviar tropas. La estrategia diseñada para evitar ese despliegue no acaba de encontrar su camino, como quedó claro el viernes cuando suspendió el programa del Pentágono para entrenar y armar a rebeldes moderados. Y, mientras, le llueven las críticas por «inacción». Donde él ve cautela, republicanos, algunos demócratas y muchos ciudadanos denuncian parálisis.

«Desde que llegó al cargo ha mantenido una política postimperialista, postVietnam, que cree en el liderazgo económico y la diplomacia -explica el sociólogo Jeffrey Alexander-. Su posición es dejar que avancen las fuerzas sociales y culturales de la región y combate la idea de que la intervención militar mejore las cosas. Para muchos estadounidenses resulta muy difícil estar de acuerdo», añade.

Obama y su equipo saben que han cometido errores, como no haber armado a los primeros rebeldes contra Asad, haber marcado una línea roja si el régimen usaba armas químicas y, cuando lo hizo, no responder. «Los asumimos, pero repensar en ellos no te da la solución para el momento en que estamos», decía recientemente Michael McFaul, que fue asesor en la Casa Blanca y embajador en Rusia.

Tensión con Moscú

Es precisamente Rusia quien está aprovechando los espacios que abre la estrategia de Obama, alimentando también las críticas de los halcones al asegurar que presidente está debilitando a EEUU reforzando el liderazgo e influencia de Vladimir Putin en Oriente Medio. Obama, no obstante, insiste en que su homólogo en Moscú está actuando desde una posición de debilidad. «Si crees que arrastrar tu economía por los suelos y verte forzado a enviar tropas para aguantar a tu único aliado es liderazgo tenemos distintas ideas de qué es liderazgo», espetó ayer mismo enfadado a un periodista en la CBS.

Frente a quienes exageran hablando de una nueva guerra fría, muchos están de acuerdo con Obama, pero con matices, como el profesor de relaciones internacionales de Harvard Stephen Walt, que en Foerign Policy ha escrito: «Putin tiene cartas peores, pero (en Siria) está jugando la mano mejor».