ELECCIONES EN ALEMANIA

Schulz acusa a Merkel de ser "un peligro para la democracia"

Las derrotas regionales y los malos pronósticos para las elecciones lanzan al líder socialdemócrata a una estrategia más dura contra la cancillera

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CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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Cuando tus argumentos no parecen convencer a los ciudadanos, pasa al ataque personal. Como si se inspirase en ‘El arte de tener la razón’ del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, el líder de los socialdemócratas Martin Schulz se ha lanzado a la yugular de Angela Merkel. Después de meses en caída en los que su discurso izquierdista no ha podido plantar cara a la cancillera alemana, el candidato del SPD ha cambiado su estrategia comunicativa y ha acusado a su rival de ser “arrogante” y “un peligro para la democracia”.

Reunido en un congreso del partido en Dortmund, Schulz ha intentado dar un golpe de carácter sobre la mesa y recuperar el terreno perdido en las encuestas -la última sitúa a su partido 15 puntos por detrás, pues la CDU obtendría el 39% de votos y el SPD, el 24%, según un sondeo del 'Bild'-. “El peor peligro es la arrogancia del poder y eso la gente lo percibe”, ha remarcado frente a sus correligionarios. El expresidente del Parlamento Europeo ha ido más allá al asegurar que, con su estrategia de evitar el conflicto directo, Merkel “silencia sistemáticamente los debates sobre el futuro del país”, lo que ha catalogado como un “ataque a la democracia”.

Hasta la fecha el líder socialdemócrata había evitado descalificar directamente a su contrincante política para distanciarse así de unos ataques verbales que durante los últimos años ha capitalizado la formación ultranacionalista y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD), con un estilo mucho más incendiario. Los malos resultados han hecho que el SPD se replanteé su táctica. “Cambia el estilo pero es la misma queja que ha llevado al SPD a dos derrotas electorales, criticar a los votantes de Merkel no le servirá”, explica Franco Delle Donne, consultor en comunicación política.

SIN EFECTO SCHULZ

La reacción de Schulz, la más directa en toda la campaña, responde a la incapacidad socialdemócrata de tumbar a Merkel. Tras presentar su candidatura en enero, el SPD se disparó situándose al mismo nivel que la Unión Demócrata Cristiana (CDU). Schulz era aire fresco y su popularidad hizo pensar que por primera vez en una década había alternativa política a Merkel, lo que se llamó ‘efecto Schulz’. Medio año y tres elecciones regionales perdidas después, el suflé rojo parece haberse deshinchado mientras la cancillera refuerza su poder como figura clave para una Alemania estable. Actualmente, un 39% de los alemanes prefiere a Merkel frente a un 24% que opta por Schulz.

En el congreso, el líder socialdemócrata ha centrado su discurso en un programa que gira en torno la defensa de la justicia social. Tras más de una década de políticas neoliberales de recortes que han reducido el paro a costa de aumentar la precarización laboral y la pobreza, Schulz opta por políticas que reduzcan impuestos a la clase media y los aumenten a los ricos, una educación gratuita y la aceptación del matrimonio homosexual, al que Merkel aún da la espalda.

UNA CAMPAÑA ENCENDIDA

A pesar de que ahora es Schulz el protagonista, esta campaña para las elecciones en Alemania hace tiempo que ha dejado atrás las buenas formas. Más allá de las constantes salidas de tono de AfD, la CDU se ha curtido en el ataque personal, especialmente contra el líder socialdemócrata. Merkel ha seguido vendiendo su carácter frío y pragmático asegurando que “hacer campaña no se trata de atacar al otro sino de mostrar a la gente qué valores defiendo” mientras sus compañeros le cubrían las espaldas.

Alejado de ese tono sencillo, Schulz ha lanzado una campaña más a la americana con grandes discursos y que devolvían a Alemania a la política de la pasión. El nerviosismo en las filas conservadoras por ese estilo que amenazaba con destronar a Merkel llevó al ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble a compararlo con el populismo de Donald Trump y al presidente del Estado de Hesse, Volker Bouffier, a incluso acusarlo de “emborrachar a su partido de emoción”, en clara referencia al pasado alcohólico del líder socialdemócrata.